Amanece la fecha señalada para esa sucesión de brujas y muertos vivientes por las calles como espectáculo de indudable arraigo novedoso, pero de dudoso gusto estético. En este último día de octubre toca Halloween, un invento celta que caló en USA para que los yanquis lo hicieran suyo y así exportarlo con el marchamo de una denominación de origen con éxito asegurado. Y como nuestro aldeanismo es terreno abonado para cualquier cosa que venga de fuera, pues helo ahí, ya hecho tradición, que hasta en colegios religiosos se cuida la cosa. Lo más chocante es que dicho engendro lo metieron con calzador en los usos y costumbres de una sociedad aficionada a adoptar casi todo lo que procede de allende fronteras. Y este año tendremos un Halloween muy especial, ya que habrá que compaginar el secuestro que padecemos con dicha explosión de mal gusto.