La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Con el azahar no caben restricciones

Afortunadamente, las restricciones que padecemos por culpa del bichito cabrón y la Naturaleza circulan por distintas sintonías en la franja de nuestras vidas. Nos hemos quedado sin casi todo, sin una enorme parte de nuestra tarta vital en esta segunda primavera de pandemia y crujir de dientes, pero ese suplicio no puede interferir en los procesos naturales. No tendremos pasos en la calle, farolillos en Los Remedios y complicado será que suenen los clarines en la del amarillo albero, pero a ver quién es el guapo que puede quitarnos el incomparable olor a azahar. Cruzaba la otra noche por el gran paraíso de la flor del naranjo, léase la plaza de Doña Teresa Enríquez, y me emborraché de sevillanía oliendo el azahar que brota en su arboleda. Y con el gozo de olor tan nuestro me invadió la nostalgia por adelantado ante la ausencia de Las Penas y de las Siete Palabras.

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