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José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Las barreras de Sevilla, los puentes de Málaga

Sevilla es un modelo de obstáculos burocráticos para cualquier iniciativa, mientras Málaga lo es de facilidades

Hace solo unos días un directivo de una de las principales compañías del Íbex comentaba en una reunión privada en Sevilla lo complicado que resulta en esta ciudad poner en marcha cualquier iniciativa social o económica, aunque se vea claro que va a suponer un beneficio objetivo en cuanto a inversión, creación de empleo o posicionamiento en los sectores en los que ahora se está dilucidando el futuro. El problema, se lamentaba, no viene tanto por los recelos que pueda despertar en los responsables políticos como en el enorme entramado burocrático que hay que superar para lograr que cualquier proyecto se convierta en una realidad. Estos obstáculos se levantan desde la administración municipal, pero también desde las delegaciones de la autonómica y hacen que muchas veces se termine por buscar otros sitios o, simplemente, se desista. La situación es más sangrante porque a poco más de 200 kilómetros Málaga se comporta de forma totalmente diferente y todo lo que son reparos en Sevilla se convierten allí en facilidades. Vayamos a dos ejemplos de las últimas semanas que son suficientemente ilustrativos y que además están relacionados con empresas del sector de las telecomunicaciones y de la transformación digital: la fundación Telefónica ha decidido instalar en el edificio de la Tabacalera de Málaga una de las sedes del Campus 42, uno de los proyectos más interesantes de formación en nuevas tecnologías que hay en España y Vodafone anunciaba este viernes que ha elegido la capital malagueña para instalar su centro europeo de I+D+i. Dos proyectos que no han sobrevalorado nunca Sevilla y que sirven para ilustrar las profundas diferencias que están moviendo a favor de la capital de la Costa del Sol el balance entre las dos grandes metrópolis de Andalucía.

En Málaga ese esfuerzo de transformación y modernización tiene nombre y apellidos: Francisco de la Torre, alcalde de la ciudad desde hace más de veinte años y que ha sabido convertirse en un polo de proyección de su ciudad. En ese mismo periodo Sevilla ha estado mandada por Alfredo Sánchez Monteseirín, Zoido y Juan Espadas y ninguno de ellos ha significado nada parecido a lo de su colega malagueño.

Pero no se trata tanto de la personalidad de los alcaldes, que también tiene su influencia, como de las propias dinámicas de las ciudades. Sevilla tiene un problema para conectar con el exterior que no tiene Málaga y eso se nota. Aquí nos cuesta mucho arrancar y mantener la marcha y somos capaces de encontrar todo tipo de excusas para echar el freno. ¿Hablamos otra vez del Metro o de la reforma de las Atarazanas? Allí ocurre todo lo contrario y cualquier proyecto que llega con visos de realizarse es acelerado sin demora. En definitiva, aquí levantamos barreras y allí tienden puentes.

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