Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

La batalla de Sevilla

DICEN los que manejan las encuestas, tanto las escasas que se publican como las más numerosas que se guardan en los cajones del poder y que sirven para elaborar estrategias, que algo está cambiando en Sevilla. El barómetro que daba conocer esta semana el Centro Andaluz de Prospectiva venía a confirmar una impresión que está en la calle: el mandato municipal de Juan Ignacio Zoido entra en su recta final sin que la ciudad haya experimentado la mejora ilusionante que el alcalde vendió hace casi tres años. Ocho de cada diez sevillanos piensan que la ciudad o ha empeorado o se ha quedado igual, una cifra que debe hacer pensar a Zoido. Sobre todo, si mira los resultados en los distritos en los que los ciudadanos, después de décadas de apoyo, dieron la espalda a la izquierda y se entregaron al proyecto nuevo con el que se presentó el PP a las elecciones de 2011.

Las encuestas más recientes que no se han dado a conocer confirman también esta impresión. No cuestionan que Zoido ganaría los comicios si se celebraran ahora, pero pronostican que sufriría un desgaste que lo dejaría al margen de no renovar la mayoría absoluta. Ya se sabe que el PP en Sevilla tiene casi imposible acceder al gobierno municipal si no consigue el concejal número diecisiete. El deterioro popular y la relativa apreciación socialista tiene también mucho que ver con el huracán que hoy por hoy representa Susana Díaz. El nivel de conocimiento de la presidenta de la Junta de Andalucía esta disparado y su valoración, por encima del 5, no la registraba ningún político desde hace años. Susana, que piensa volcarse en los próximos meses en Sevilla, compensará el escaso conocimiento que todavía tiene entre los sevillanos el candidato Juan Espadas, una persona con perfil de gestor y que transmite más imagen de seriedad que carisma popular, justo lo menos adecuado para enfrentarse a un populista de la talla de Zoido.

¿Tiene toda la culpa el alcalde de que el paseo militar que se supone que iba a dar hacia la reelección se le esté torciendo? Toda, seguramente, no. Juan Ignacio Zoido ha tenido que gobernar todo este tiempo con las arcas vacías y con la pesada losa que le dejaron los que le precedieron en la Plaza Nueva. Pero también es cierto que puso demasiado altas las expectativas y que no ha sido capaz de concretar en todo este tiempo ningún proyecto capaz de conectar con los miles de ciudadanos que estuvieron encantados con el cambio municipal. Tampoco contribuye a reforzarlo el penoso espectáculo que está dando su partido en Andalucía, paralizado esperando el dedazo de Mariano Rajoy y con un presidente, el propio Zoido, desautorizado en la práctica por la dirección nacional. Así las cosas, al alcalde la situación se le complica y se le pone más cuesta arriba de lo que él tenía previsto. El tiempo empieza a jugar en su contra.

Por éstas y otras razones, la realidad es que la batalla de Sevilla vuelve a estar abierta. En los próximos meses vamos a asistir a una lucha a cara de perro porque quien controle la capital andaluza tendrá mucho ganado para otras empresas de parecida o superior enjundia.

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