La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Qué belleza el Corpus de la intimidad

Nos faltó sentir la juncia bajo los pies y oler a romero en esa alfombra única del Corpus en las calles de Sevilla. Nunca el tiempo había atentado contra la gran procesión, la mañanita de un jueves que reluce más que el sol fue regada por una lluvia tan necesaria como inoportuna y se daba el dato insólito de una procesión intimista bajo las bóvedas catedralicias. Como cuando la broma macabra de la pandemia, la Custodia de Arfe no salió de casa y el volteo acompasado de campanas lucía bajo la lluvia para una estampa inédita. Y como no hay mal que por bien no venga, los seises gozaron de una audiencia enorme gracias a la propagación televisiva y con sus juboncillos carmesíes, sus rezos cantados y sus bailes nos alegraron la mañana. Pero hay que ver la inoportunidad de la tan deseada lluvia, como si no hubiera más días en el año para descargar sobre Sevilla.

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