DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

La Panorámica

Juan Pinto

Hacerse grande

El Betis no existe desde el 92 ni desde 2015 y es clave conocer la historia para no volver a repetirla

Aficionados del Betis en las gradas.

Aficionados del Betis en las gradas.

Un club que quiere hacerse grande (ya lo es para cada aficionado al fútbol en su sentimiento interior) requiere de tres aspectos fundamentales. El primero pasa por un cambio en la mentalidad e idiosincrasia: fidelidad y exigencia unidas en la grada y una clase dirigente con la máxima ambición. El segundo, y más importante, conlleva tener una buena dirección deportiva, encabezada por un hombre de fútbol (y su grupo de trabajo) que posea un buen ojo clínico, que tenga buenos contactos, inyecte ADN ganador, sea un buen gestor en momentos de crisis… En definitiva, un referente. Y si a eso se le suma un consejo formado por personas que vean bien el fútbol, además del aspecto económico, mejor. Y tercero, creérselo: manejar el otro fútbol, tener maldad competitiva… Esos otros aspectos tan importantes en el mundo del fútbol.

El crecimiento en las distintas áreas de un club siempre será positivo, pero en una entidad futbolera como el Betis sólo será real si se ve reflejado en las vitrinas. El aficionado quiere ver títulos, no tablas gráficas de economía, quiere sentirse orgulloso de ver a su equipo tocar plata, de jugar finales… Y para lograr eso resulta fundamental apartar el conformismo como compañero de viaje. No es sólo ir a ver el fútbol, estar de acuerdo en todo, no protestar, no exigir, callar y pasar por taquilla. Porque todo eso conduce al adoctrinamiento, al pensamiento único, algo siempre negativo. Siempre enriquecerá más el tener una visión ambiciosa, ganadora, de querer más y más, de convertir el ganar en una sana costumbre, de amar con pasión a tu equipo y exigirle que dé lo máximo para vivir experiencias (finales y títulos) que marcan toda una vida. En definitiva, dejar de vivir acomodado en la mediocridad.

En el fútbol, la felicidad (siempre que se consiguen objetivos y títulos) llega en mayo. Antes, en la época estival, es necesario cierta dosis de ilusión acompañada de templanza y mesura. De lo contrario, se cae en una virtualidad que se desmorona en el momento en el que la pelota empieza a rodar, porque es ahí, cuando el balón habla, el instante en el que la defensa de lo indefendible queda fulminada. El balón no engaña.

El tiempo, la paciencia, el árbitro, la crispación…, excusas y justificaciones que crean una atmósfera cargada de victimismo que a largo plazo acaba acusando el propio club y que se traduce en todo lo contrario al crecimiento. Una progresión que debe tener su culmen cuando se produzca la mejor obra que puede efectuar una entidad deportiva, agrandar sus vitrinas. Porque el Betis no existe desde el 92 ni desde 2015 y siempre es bueno, en esta época contemporánea, tenerlo presente y conocer la historia para no volver a repetirla, sino para cambiar y lograr el necesario y deseado punto de inflexión.

Ganar por encima de todo, un escudo por encima de todo y de todos, y agradecimiento máximo siempre a las leyendas que tienen en mente un Betis campeón y acaban saliendo por la puerta de atrás sin que nunca pase nada (he ahí el problema). Y la clave es ganar y ganar para dejar atrás el Betis de siempre y pasar, definitivamente, a un Betis campeón.

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