Tribuna económica

Joaquín Aurioles

Un buen dato de empleo

EL número de ocupados en España aumentó en 149.000 durante el segundo trimestre del año y en 61.700 en Andalucía, mientras que el de parados se redujo en 225.000 y 33.300 respectivamente. Si se descuenta el efecto estacional o se comparan los acumulados del año con los del ejercicio pasado, el optimismo se reduce, pero no por ello dejan de ser datos esperanzadores, con las lógicas reservas.

Llama la atención, por ejemplo, que la población en edad de trabajar ha descendido en 241.000 personas a lo largo del pasado año, mientras que la población activa, es decir, la que quiere trabajar, lo ha hecho en casi 350.000, coincidiendo la diferencia con el aumento de la población inactiva (la que no busca empleo, seguramente por desánimo). Puesto que por razones demográficas la entrada de jóvenes al mercado de trabajo es inferior a las salidas por jubilación y dado que los parados que buscan su primer empleo sólo aumentaron en 18.400 personas, cabe pensar que buena parte del aumento de la inactividad está afectando precisamente a la población más joven. Si además se tiene en cuenta que buena parte de la población emigrante está formada precisamente por jóvenes, habría que concluir que la situación del empleo juvenil podría ser todavía peor de la que se percibe a través de las estadísticas del instituto Nacional de Estadística (INE).

En Andalucía las cosas parecen muy diferentes. También se reduce la población en edad de trabajar, aunque más moderadamente que en el resto, pero la población activa aumenta, aunque lo más llamativo es que tanto la inactiva como los parados que buscan su primer empleo hayan disminuido.

Quizás todavía más sorprendente sea que se pueda crear empleo con crecimiento negativo. Desde que en los años 60 A. Okun señalara que la economía norteamericana tenía que crecer por encima del 3% para reducir en un 1% su tasa de desempleo, en el resto del mundo se persigue la identificación de estos parámetros para sus respectivas economías. El problema es que son cambiantes tanto en el espacio como en el tiempo y, en el caso de España, se estima que, desde la pasada década, el crecimiento necesario para reducir el paro debe situarse muy por debajo del tradicional 2,8%.

La reducción del desempleo exige que el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) sea superior al de la productividad laboral y de la tasa de actividad, por lo que una de las posibles explicaciones podría estar en el descenso de la población activa. Emigrantes y jóvenes que prolongan su etapa de formación estarían contribuyendo a reducir la presión del desempleo en España, aunque en realidad se estaría enmascarando una situación que, en todo caso, todavía sería imperceptible en Andalucía. Otra posible explicación sería el descenso de la productividad laboral. No es lo que se deduce de la Contabilidad Nacional, aunque conviene tener en cuenta que de la última Encuesta de Población Activa (EPA) también nos indica que el proceso de creación de empleo sigue siendo más intenso entre la población extranjera (también el de destrucción) y, por primera vez, entre los menos cualificados, lo que lleva a pensar que al menos una parte de la creación de empleo también podría estar relacionada con ajustes en la productividad laboral.

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