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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

MONTESEIRÍN podría haber pasado a la historia como el alcalde que devolvió a los sevillanos la Avenida al cien por ciento en vez de la Avenida hipotecada por un tranvía con sus postes, catenarias, vías y tachuelas metálicas, en la que se mezclan, con riesgo evidente, trenes, ciclistas y transeúntes. Sin embargo, a Monteseirín le dio vértigo y dejó la faena a medias, por pensar más en contar con un hito que rentabilizar para las elecciones a un año vista que en el futuro. Recuérdese al respecto la frase de Otto von Bismarck: "El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación". A nuestro juicio, construir una línea de tranvía que se solapa en un 70 por ciento con el itinerario previsto para el Metro carece de sentido. El retraso en la construcción del Metro podría haber sido compensado por el alcalde con más lanzaderas no contaminantes (eléctricas, por gas) entre la Puerta de Jerez y la Magdalena, en vez de destinar 82 millones de euros a un tranvía de sólo 1,4 kilómetros que, para justificarse, necesita de más y más ampliaciones (se estima en 30 millones sólo el coste de la prolongación a San Bernardo). Uno de los efectos indeseados del Metrocentro ha sido la contaminación visual causada por los gruesos postes de sujeción de las catenarias a todo lo largo del trayecto y, especialmente, junto a dos monumentos patrimonio de la Humanidad como la Catedral y el Archivo de Indias. Ahora, a la vista de que las soluciones técnicas de futuro que se vendían (tranvías por baterías, volante de inercia) no parecen tener visos de materialización inmediata, el Ayuntamiento ha decidido suplir los antiestéticos postes por unas farolas fernandinas un metro más altas que las actuales y capaces de soportar las catenarias (el cableado) propiamente dichas. Habrá que esperar a ver cómo queda en la realidad esta ingeniosa -por su simplicidad- solución ideada por los técnicos municipales, que nos habrían ahorrado los 700.000 euros que ahora cuesta a los contribuyentes revertir la situación creada por gestores-estrella que decían que no había otra forma de disimular los cables del tranvía. Si rectificar es de sabios, cabe pedirle al Ayuntamiento que no reutilice los postes desmontados a partir de la Enramadilla: perseverar en el error sería contumacia.

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