Las dos orillas
José Joaquín León
Noticia de Extremadura
Tal día como hoy, hace 434 años, murió en Úbeda San Juan de la Cruz. La reconocida cumbre de la poesía española desde la recuperación moderna de su obra iniciada por Juan Ramón, Valéry o Eliot. El que fundió en su poesía, como destacó Lázaro Carreter, la tradición grecolatina, la bíblica, la italianizante, la cancioneril y la popular, sin olvidar el influjo de Garcilaso. Siendo la bíblica, especialmente los Salmos, los Libros Sapienciales, el Libro de Job, el Cantar de los Cantares y las epístolas paulinas, la que, según Víctor García de la Concha, actúa como molde y catalizador del resto de las lecturas. “Por sus versos corren aires de Sion”, dijo el padre Crisógono, uno de sus biógrafos y estudiosos carmelitas.
La grandeza de su obra fue posible gracias a su inteligencia y su sensibilidad, por supuesto. Pero, y esto es lo más importante, sobre todo por la lucha entre esa inteligencia y esa sensibilidad con la necesidad de decir lo indecible, comunicar lo incomunicable y traspasar las fronteras de lo expresable, intentando poner en palabras su experiencia mística. Lo inefable, es decir, lo que puede sentirse, pero no expresarse: “Entreme donde no supe, / y quedeme no sabiendo, / toda ciencia trascendiendo, / Yo no supe dónde entraba, / pero, cuando allí me vi, / sin saber dónde me estaba, / grandes cosas entendí”.
Solo la experiencia religiosa puede crear esta tensión expresiva de la que nacen las mayores obras maestras –por esa lucha para forzar los límites de lo decible o expresable– que el ser humano haya creado. San Juan de la Cruz en poesía o Bach en música. Escribe John Elliot Gardiner en La música en el castillo del cielo (Acantilado): “Es Bach, cuando hace música en el Castillo del Cielo, quien nos ofrece la voz de Dios: en forma humana. Él es quien ilumina un sendero, mostrándonos cómo superar nuestras imperfecciones por medio de las perfecciones de la música: hacer las cosas divinas humanas, y las cosas humanas, divinas”. No hay forma más traumática de empequeñecer, achicar o trivializar al ser humano que amputarle su dimensión religiosa.
Hace 434 años que murió San Juan de la Cruz y 275 que murió Bach. Escribiendo y componiendo, ambos nos comunican la experiencia de la presencia real de quien, como estos días celebramos, nació hace 2025 años.
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