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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Un centro para pasear y comprar

La peatonalización de las zonas comerciales y turísticas de las ciudades es una dinámica que se impone en todo el mundo

Desde que empezó su segundo mandato al frente de la Alcaldía anda Juan Espadas lanzando, cada vez que le ponen un micrófono por delante, la idea de que más temprano que tarde el tráfico en el centro histórico de la ciudad se va a ver restringido, un tema recurrente en la ciudad que cuenta con grandes partidarios, pero también con enormes detractores. Ahora que el alcalde tiene que contentar a sus nuevos amigos de la izquierda más izquierda la cuestión se pone en primera línea de los proyectos del gobierno municipal. Parece que la cosa va, más o menos, por resucitar la idea del Plan Centro, un proyecto que se intentó poner en marcha en la última fase de Alfredo Sánchez Monteseirín y que murió con más pena que gloria porque apenas le dio tiempo a desarrollarse: Juan Ignacio Zoido se lo cargó nada más llegó como símbolo del tiempo triunfal de los 20 concejales. Sí, aquellos que debían darle por los menos una década de gloria a la derecha sevillana y que terminó en un visto y no visto.

Ahora vuelve la idea de un plan centro puesto al día y utilizando los recursos que dejan las modernas tecnologías para controlar el paso de vehículos. Ya veremos en qué queda porque hasta ahora lo único que hay son declaraciones bien intencionadas y muy poco más. Pero lo que interesa es que hay una clara intención municipal de sacar los coches del centro histórico y comercial y dejárselo a los peatones. Y así, como principio general, es un objetivo deseable siempre que se respeten los derechos de los vecinos -cada día menos- que quedan en lo que un día fue intramuros, de los comerciantes que tienen en esa zona su medio de vida y de las personas que trabajan en ella y que tienen que entrar y salir sin que se les pongan más cortapisas que si lo hicieran en cualquier otro lugar. Baste recordar, a pesar de otros pesares, la Avenida o la Plaza del Pan cuando la primera era atravesada cada día por cientos de autobuses a escape libre o la segunda estaba convertida en un aparcamiento por el que no se podía dar un paso. O, para los que tengan edad para recordarlo, la calle Tetuán cuando era un pasadizo para coches y autobuses y no una de las vías comerciales más cotizadas de España.

Oponerse a la peatonalización del centro de las ciudades es ir en contra de la dinámica en la que están las principales urbes del mundo y de la lógica. Aquí si al final logramos un eje comercial y turístico sin coches desde la Gavidia hasta la Encarnación y se regula con eficacia la carga y descarga seguro que terminamos ganado todos. Aunque, en Sevilla estas cosas, como demuestra la experiencia, nunca son fáciles.

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