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mIGUEL ÁNGEL LOMA

Abogado

Con champán y a fuego lento

El Gobierno y su entorno quieren convencernos de que el sistema funcionó en el crimen del niño Álex

Continúan latentes los ecos de la triste muerte del niño Álex en Lardero (Logroño), desgraciado suceso del que vamos conociendo detalles tan tremendos, como que el hecho de que gozara de libertad su supuesto asesino contra los informes de la Junta de Tratamiento de la cárcel donde cumplía su condena, pudiera deberse a la existencia de un incentivo económico para los directores de prisiones por excarcelar reos en tercer grado, lo que además constituiría un objetivo preferente del actual director general de Instituciones Penitenciarias.

Pese a ello, voces progresistas desde el Gobierno y su entorno, con el ministro Marlaska a la cabeza, pretenden convencernos de que el sistema funcionó y de que todo se hizo conforme al "principio de legalidad"; que dicho así suena como más solemne que decir que si hay que aceptar impepinablemente el presunto crimen como una consecuencia de la ley es porque estamos ante una ley manifiestamente muy mejorable. Y encima rematan repitiéndonos la cantinela de que lo que ahora no cabe es reformar la ley en caliente. Lo mismo que nos largan siempre; aunque en otro tipo de asuntos y cuando les interesa son capaces de legislar metidos en una olla hirviendo.

En cualquier caso, aprovecho para ofrecer una posible medida muy preventiva y fácil de adoptar frente a los ya frecuentes episodios criminales similares al de Álex. Consistiría en que todos esos influyentes políticos, criminólogos, sociólogos, pensadores e intelectuales en general, de avanzada mentalidad progresista y comprensivos planteamientos permisivos con las excarcelaciones de delincuentes, abandonasen los cómodos domicilios donde suelen residir rodeados de altas medidas de seguridad privada o incluso pública, y junto a sus familiares se trasladasen a residir en zonas residenciales que el Estado cerraría y pondría a su exclusiva disposición, pero con el mismo grado de seguridad o inseguridad que gozamos la inmensa mayoría de ciudadanos. Y una vez ubicados en esas nuevas residencias, se trasladase también allí a todos esos criminales, incluyendo por supuesto a los depredadores sexuales, que ellos consideran que hay que poner en libertad condicional pese a contar con informes contrarios de quienes verdaderamente les conocen.

De este modo, nuestros queridos progresistas demostrarían con sus ejemplos y el de sus familiares la sinceridad de los beatíficos planteamientos que predican sobre unos sujetos cuya puesta en libertad es negada por almas insensibles; amén de enriquecerse con las experiencias que generaría el flujo de interacciones personales en vivo y en directo con los exconvictos; valiosísimo material que luego cabría utilizar para ilustrar a los comités en "expertitud" (Carmen Calvo dixit) que elaborasen las leyes más rompedoras con los tabúes de nuestra aún cavernaria sociedad. Y con la ventaja de que toda esa investigación sobre el acopio de datos y experiencias podrían realizarlas sin presión y sin prisa, incluso a fuego lento; ya que contarían con la comprensiva paciencia de quienes les admiraríamos desde la misma prudencial distancia con la que ahora nos observan ellos a nosotros.

Los experimentos con champán se hacen con el propio; no con el ajeno.

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