Nuevamente tenemos fútbol cuando están muy frescas las manifestaciones de alegría que se produjeron el lunes con el triunfo de la Real en el viejo Madrigal, hoy La Cerámica. Es la de hoy la penúltima singladura de una competición atípica y en la que ya está casi todo el pescado vendido. Sólo un maracanazo de órdago le privaría al Real Madrid de engrosar su larga lista de Ligas conseguidas desde que este juguete se inventó.

Y es que el confinamiento ha servido, entre otras muchas cosas, para que el Barça dejase su liderazgo a favor de su rival auténtico. Otro vaivén clasificatorio que causó la pandemia lo disfrutó un Atleti que en esta miniliga volcó su vida hasta encaramarse en la tercera plaza. Una plaza que es ahora el señuelo del Sevilla, otro equipo que aprovechó la nueva normalidad para asentarse en su gran objetivo, que es jugar una vez más en el primer torneo continental.

Curiosamente, el partido de esta noche en Anoeta hubiera tenido una repercusión mayor antes del parón, pues entonces se mostraba exultante la Real, otra víctima del confinamiento. Y por abajo, casi todo está también decidido, pero el choque de esta noche en Heliópolis se mira con calado trascendental desde la perspectiva del visitante. Es el Alavés, ahora asidero preferente al que Leganés y Mallorca miran con la misma ansiedad conque mira un náufrago a la tabla más a mano.

Penúltima etapa de esta carrera tan sorprendente. El Betis ha de afrontarla sin dar pie a que nadie pueda poner en solfa cuanto ocurra en la yerba heilopolitana, mientras que el Sevilla va a Donostia con los deberes sobradamente hechos, pero sin conformarse con lo que tiene. Ese inconformismo que tanto le ha dado en este siglo seguro que saldrá a relucir ante una Real que oye demasiado cerca los rugidos de los leones, sus enemigos más íntimos. Hoy, fútbol otra vez.