La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La alegría de Fito
NUEVA acusación de Bruselas a entidades bancarias de vulneración de las reglas de la competencia comunitaria en su beneficio. No es la primera vez que ocurre, así que estamos ante una nueva razón para la reflexión acerca de hasta qué punto debe la ética guiar el comportamiento ciudadano. La respuesta intuitiva es que la disponibilidad de un código ético facilita la convivencia y evita situaciones injustas, pero si alargamos la reflexión es probable que aparezcan algunas contradicciones. Por supuesto que mentir es inmoral, pero ¿le diríamos la verdad a un ladrón que nos preguntara por el domicilio de nuestro mejor amigo? Casi todo el mundo apoya el programa de Naciones Unidas contra la pobreza, pero discrepamos al discutir sobre la permeabilidad de las fronteras a la inmigración. Coincidimos en que el desempleo es nuestro principal problema, pero también disentimos ante un plan que priorice la cantidad del empleo creado sobre la calidad del mismo, o al revés.
En realidad, los dilemas morales derivados de la convivencia nos asaltan cada día, pero se consiguen resolver sin someter a la conciencia a un estrés excesivo, gracias a que las leyes asumen la función de código ético de obligado cumplimiento. En el caso de los dilemas morales relacionados con la economía, las soluciones políticas discrepan frecuentemente de las económicas y se hacen mucho más visibles en periodos electorales como el actual, como ocurre con la demanda de que las soluciones políticas se impongan sobre las económicas, en una clara manifestación de preferencia por el código ético de los políticos sobre el del mercado. Es comprensible el rechazo a una economía levantada sobre el egoísmo como guía de conducta de los individuos y que produce postulados sesgados hacia el beneficio y el bienestar individual, independientemente de sus consecuencias sobre el resto. En efecto, la economía resuelve sus dilemas éticos recurriendo a la racionalidad, pero sin prestar demasiada atención a la posible incompatibilidad entre ética y racionalidad. Una de las grandes contribuciones de Amartya Sen fue la introducción del concepto de simparía, es decir, de interdependencia, en las decisiones de los individuos que lleva a concluir que las guías del beneficio y el bienestar no proporcionan soluciones satisfactorias a los dilemas éticos. Si se demuestra que la denuncia de Bruselas a los bancos tiene algún fundamento, al margen de lo que finalmente dicten los tribunales, estaríamos ante un caso de inconsistencia moral en el procedimiento de la banca y ante un nuevo argumento a favor de la política y contra la ética del mercado, aunque conviene no perder de vista que también lo contrario suele ser cierto. Subir las pensiones a los jubilados es indudablemente preferible a no hacerlo, pero cuando la decisión conduce a dilemas morales, como por ejemplo, que el conjunto del sistema de pensiones se tambalee o que obligue a recortar otros gastos de similar contenido social, como el sanitario, entonces puede ser recomendable que, aunque las decisiones estén dictadas por la política, pedir al responsable que se pierda de vista por completo a la racionalidad.
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