La ciudad y los días

Carlos Colón

El discurso de Alfonso Guerra

ALFONSO Guerra ha cometido errores que en algunas ocasiones fueron tan grandes como las responsabilidades que asumió y los retos a los que se enfrentó. Pero el balance de su gestión es innegablemente positivo, su papel en la Transición y el primer Gobierno socialista tras la dictadura se agiganta con el tiempo y su talla política crece conforme lo que fue noticia se va haciendo Historia. Para su desgracia, además, su figura crece conforme sus sucesores se achican día tras día, achicando de paso a su partido. Pero no abundaré en ello. Es una artimaña repugnante ensalzar una figura para cargar contra lo que ama y respeta. La talla de Guerra quedó de manifiesto en su discurso el pasado 28 de febrero, del que me quedo con este fragmento: "Históricamente Andalucía fue tierra de cultura y de injusticias. Los andaluces poseían desde siempre el don de la cultura popular, la de la sabiduría del vivir; y sufrían la injusticia del analfabetismo y el abandono de sus necesidades materiales. A pesar de la discriminación practicada por una élite indolente y codiciosa, Andalucía fue siempre la tierra de la libertad individual, de la dignidad de cada persona. Ni el hambre ni la pobreza pudieron quebrar la nobleza de los espíritus libres que han conformado el carácter andaluz". A continuación aludió a Francisco Giner de los Ríos y a Pablo Iglesias, mientras Machado se transparentaba a lo largo de todo su discurso. Nombrar hoy a los coetáneos Giner de los Ríos (1839-1915, fundador de la Institución Libre de Enseñanza) e Iglesias (1850-1925, fundador del PSOE y de UGT) es aludir al doble origen, cultural y político, de dos de los movimientos más potentes de renovación de la postrada España del último cuarto del siglo XIX y el primero del siglo XX. De Giner de los Ríos escribió Machado este hermoso elogio fúnebre: "¿Murió?... Sólo sabemos / que se nos fue por una senda clara, / diciéndonos: Hacedme / un duelo de labores y esperanzas. / Sed buenos y no más, sed lo que he sido / entre vosotros: alma. / Vivid, la vida sigue, / los muertos mueren y las sombras pasan; / lleva quien deja y vive el que ha vivido. / ¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!". De Pablo Iglesias recordaba Machado, evocando la primera vez que le oyó siendo niño, allá por 1889: "La voz de Pablo Iglesias tenía para mí eltimbre inconfundible de la verdad humana… Al escucharle hacía yo la única honda reflexión que sobre la oratoria puede hacer un niño: Parece que es verdad lo que ese hombre dice…". Giner, Iglesias, Machado: oportunas citas. Sólo así, volviendo la vista hacia sus orígenes, podrá resanarse el PSOE.

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