Vivimos ayer, con el sol en todo lo alto, un magnífico Domingo de Resaca y a falta de aquellos pedrajas que tanto lustre les dieron a los dos Campuzano, José Antonio y Tomás, tuvimos miuras, que no son moco de pavo. Fue muy de agradecer que tras el hartazgo de la Feria interminable que nos han colocado en aras al rendimiento del parque temático apareciese un festivo de los de toda la vida, un domingo con todos sus avíos en el que no podía faltar la corrida de cierre. Además, sin necesidad de portar el infamante apellido Resaca que tantos sarpullidos levantaba. Para mí que lo mejor de esta larga Feria ha sido ese remanso del primer domingo de este mayo. Tan placentero ha sido, tan efectivo carácter de oasis se trajo en la valija que hasta nos hizo recordar para bien aquel lunes que tan estupendamente nos venía, pero que tan desafortunadamente bautizado estaba.