Alberto Núñez Feijóo, en el Senado.

Alberto Núñez Feijóo, en el Senado. / EFE

JOSEP Borrell pasaba por ser uno de los oradores más brillantes del Congreso. Aznar era casi lo contrario, oscuro y tan aburrido al lado de aquel ex ministro de Hacienda que todos esperaban que ese tribuno seductor, recién elegido candidato a la Presidencia del PSOE en unas elecciones primarias, iba a destrozar, dialécticamente, a ese torpe presidente del Gobierno hasta el punto de que lo dejaría noqueado en mitad de una complicada legislatura en la que el PP carecía de mayoría absoluta. Era mayo de 1998, debate del estado de la nación, pero el cara a cara entre José María Aznar y Josep Borrell fue un desastre para el último. Agresivo en exceso, cometió el error del principiante de mostrar un enfado monumental con los parlamentarios del PP que, por lo bajini, le increpaban. Su mayor defecto, sin embargo, fue dejar volar tan altas expectativas.Los asesores de Moncloa habían interpretado este verano que Alberto Núñez Feijóo era un bluf, que no se preparaba los temas, que Isabel Díaz Ayuso le faltaba el respeto y que, como Rajoy, quería llegar a Moncloa haciéndose el muertecito. Flotando sobre las olas.

Fue Feijóo quien había solicitado la comparecencia, como se piden estas cosas, casi por defecto, pero allí fue Sánchez a dotarla de contenido

Por el contrario, Pedro Sánchez venía de un mes de agosto que no le había salido mal. La crisis energética europea ha puesto a España en el mapa, la opinión pública entiende las medidas de ahorro y hasta lo que era imposible, la intervención del mercado eléctrico, es ahora una emergencia para la Comisión Europea. Pero Sánchez no supo estar a la altura del perfil que se ha ido modelando este verano. Inició su comparecencia de este martes en el Senado con una buena descripción del momento geopolítico, pero se apresuró tanto que desveló a los pocos minutos cuál era el sentido de su intervención: abrir una brecha en la credibilidad de Núñez Feijóo, enmendarle, hacerle líder de una conspiración de la que participan las grandes compañías eléctricas, los bancos, los medios de comunicación y los poderosos en general. Se despidió del estadista, y recuperó al líder populista que le ganó las elecciones primarias a Susana Díaz. Tres horas de debate, con una primera intervención de 47 minutos. Abusó de la prerrogativa que tenía como presidente para hablar sin límites, si hubiera sido un ruedo, habría recibido los tres avisos de Ander Gil por no rematar. Pero fue Feijóo quien había solicitado la comparecencia. Como se piden estas cosas, casi por defecto, sin ganas, pero allí fue Sánchez a dotarla de contenido.

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