MI más querido amigo es alguien a quien le encanta su trabajo y que, además, lo sabe ejecutar como pocas personas he conocido saben hacerlo con sus respectivas ocupaciones. Lo único que siempre intento hacerle ver, cuando charlamos al respecto, es que, aunque todo eso esté muy bien, más allá hay una vida que nos espera plena de maravillosas experiencias por las que pasar.

Fue la misma conversación que, esta semana, mantuve con Gala Évora a la que, todos nosotros, conocimos en el grupo Papá Levante y, posteriormente, convertida para el cine en la auténtica reencarnación de Lola Flores. Un papel que le dio muchas satisfacciones y que le abrió un camino, el de la interpretación, que ahora termina de consolidar con Madre, Amadísima, la película de Pilar Távora que, el viernes próximo, se estrena en toda España. Un trabajo donde, la gaditana, despliega un importante abanico de registros como la mamá joven del protagonista y que me dio la oportunidad de charlar con ella sobre, además, asuntos como su presente personal.

Entregada a su actividad, la actriz y cantante reconoce que, tal vez, a una posible pareja se lo pone difícil puesto que, en estos momentos, sólo tiene cabeza y corazón para pensar y sentir por proyectos tan apasionantes como ese nuevo disco -publicó uno en solitario- que lanzará pronto o, por qué no, nuevos rodajes que nos permitan disfrutar de su talento para la gran pantalla. Sea como sea, lo que sí parece que está sonando es su propio reloj biologíco y, ya que hoy la cosa va de maternidades, ahí sí reconoce que su instinto como mujer late cada vez con más fuerza y que, aunque deban esperar, los niños llegarán, eso sí, "cuando tengan que llegar".

Mi más querido amigo, fiel y crítico lector de estas líneas, empieza a ser consciente de que hay lugar para todo y que, cuando se toca el tema "niños", la actitud vital cambia bastante. Hay que ir preparándose porque, al menos los míos, sí que están en camino...