TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

Acción de gracias

El homenaje

Esa música en la que él trabajó con ilusión y entusiasmo nos devolvía al compañero al que añoramos tanto

Tal vez los poemas, las canciones, las películas se inventaron como lenguajes en los que podríamos conversar con nuestros difuntos, que nos devolvían de algún modo el abrazo de quienes se fueron. Lo sugiere Carla Simón en Carta a mi madre para mi hijo, el hermoso cortometraje que ha presentado en Venecia y que puede verse en Youtube. En esa pieza confesional e íntima se lo dice la directora de Verano 1993, donde ya recreaba su orfandad, y Alcarràs, Oso de Oro y representante española para los Oscar, al fantasma de su madre: "Hago cine para imaginarte y para imaginarme. O puede que lo haga porque no quiero morir". En la película, suenan Lole y Manuel y la fabulosa Ángela Molina presta sus facciones a esa figura materna que no pudo envejecer en la realidad, pero sí en la pantalla. La ficción como milagro, como resurrección: bien lo sabe Tarantino, habituado a reescribir en su filmografía los finales que reserva la vida. Spielberg ha presentado estos días en el Festival de Toronto la esperadísima The Fabelmans, un relato sobre su infancia y el descubrimiento del cine que rodó, ha confesado, para estar así de nuevo con sus progenitores, del mismo modo que Almodóvar hizo Volver para, de manera no del todo consciente, invocar el espectro de otra madre, la suya. Revivimos a nuestros seres queridos como creadores, pero también como público. Mi madre acababa de morir cuando me metí en una proyección de Cinco lobitos, y sentí como propias -qué dolor y qué catarsis- las conversaciones que mantenían en ese filme Susi Sánchez y Laia Costa. Andrés Neuman aseguraba en una entrevista que la literatura -la imaginación- es el código "por el que nos comunicamos con nuestros ausentes", el lugar en el que generaciones y tiempos distintos confluyen más allá de la lógica: "Muchas veces me ha pasado estar escribiendo algo y pensar: Esto le habría gustado a mi abuelo. Y en ese momento vuelvo a ser nieto".

El pasado sábado, cuando se cumplía un año de la marcha de nuestro amigo Paco Arenas, se le organizó un emocionantísimo homenaje en la Sala X en el que músicos de su círculo más íntimo tocaron canciones de su repertorio, los temas que durante años él interpretó junto a sus bandas Blacanova, Beladrone y Martes Niebla en tantos conciertos a los que asistimos. Hallarnos de nuevo ante esas melodías y esas letras nos conmocionó: sentimos que Paco estaba allí con nosotros, y con el corazón encogido llegamos a buscar entre el público su mirada y su sonrisa lúcidas, su silueta desgarbada que siempre sobresalía del resto. Esa música en la que él trabajó con ilusión y entusiasmo -sí, crear algo, escribir, componer quizás sea echarle un pulso a la muerte- nos devolvió esa noche al compañero al que añoramos tanto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios