ÉSTE era el día en que la provincia arribaba a Sevilla para pasar un día de Feria, el último de la Feria. Así como hogaño apenas tiene significado este día hasta que llega la hora de los fuegos, cuando la Feria estaba en el Prado amanecía el domingo como el día de las más grandes aglomeraciones. De todos los pueblos llegaban auténticas riadas de personas que entraban por la calle San Fernando, por Menéndez Pelayo, la Borbolla o la Enramadilla con sus aprovisionamientos, léase tortillas de patatas y filetes empanados. Y como aquella Feria contaba con un pulmón como el Parque de María Luisa, pues ahí teníamos a las praderas repletas de familias dando buena cuenta de sus viandas. El domingo de Feria era un día cumbre que nada tiene que ver con esto de ahora, en que la gente llega a él con la luz de la reserva ardiendo tras los grandes días de la fiesta, que cada año se repite con los primeros, que quien da primero...