TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

Cuando usted lea estas palabras, yo estaré camino de Plaza Nueva. Estaré en el Altozano, arremolinada con mis vecinas, a la sombra de la gitana, que también para. Las Mujeres periodistas de Sevilla estarán allí mismo, aquí mismo. Pasaré un momentito por La SinMiedo, antes de desayunar con mujeres de la zona de Cruz Roja, San Julián y alrededores. Ya me habré pasado por Lanónima, donde el pasado martes resolvieron dudas legales sobre la huelga feminista. En el momento en que usted me lea, estaré comentando a mis compañeros de casa que hoy les toca por entero ir al mercado y cuidar las zonas comunes. Por fin hoy podré leerPoemas de Cherry Lane, de Julia Uceda, que publicó Genialogías, colección destinada a recuperar grandes libros de poesía escritos por mujeres. Fliparé con las adhesiones, renuncios y acrobacias conceptuales imposibles de los políticos. A la hora en la que usted lee este su diario, servidora para: cierro el cuaderno, pues mi oficio es escribir; depongo el mandil, pues curro en el Merca; revoleo la fregona, soy de las Kellys. Hoy soy también mi abuela Carmen, que la sacaron de la escuela pero aprendió por sí misma muchas cosas de importancia que los hombres y muchas mujeres de hoy desconocemos. Hoy soy la pastora Marcela. Soy madre. No soy madre. Todo lo tengo que hacer yo. Mi nombre es Amparo y soy mi prima, andaluza que estudia cine en Barcelona. Soy la enfermera que me abrazó aquel día camino del quirófano. Soy Cristina, antes Manuel. Soy aceitunera altiva, y las mujeres de la fresa. Soy la amiga que me ayuda. Yo soy María Zambrano cruzando la frontera. Me llamo Cualquiera, me llamo Nadie, y hoy estoy en huelga.

No quiero que por el hecho de ser mujeres tengamos menos ocasión de ser, hacer y deshacer. No quiero que nos maten. Ni ser primero guapa y después, si eso, todo lo demás. No quiero poner voz de hombre para que me escuchen. No quiero que ser escritora tenga más peajes personales que ser escritor. No quiero roles, ni amar y odiar de forma alterna los espejos. No quiero que ningún hombre se vuelva a creer con la potestad de subírseme a los lomos, ni que tenga que venir otro a bajarlo de una orejita. No quiero un feminismo blanco, ni en singular, ni desvitalizado en su raíz, sino perpetuamente reflexivo, activo, rico y hondo, atravesado de variables, cuestionador. No quiero tener que conquistar espacios que por méritos me pertenecen. No quiero más grandes descuentos en ropa cosmética por el Día de la Mujer. A las que hoy se manifiestan y están en huelga, y a las que no pueden -cobran menos que los hombres- o no quieren o pasan, les traigo las palabras de Adrienne Rich: una paciencia salvaje (la de cada una, y la de todas nuestras predecesoras) nos ha traído hasta aquí. Hoy es 8-M. Mañana también.

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