Algo, o mejor mucho, habremos hecho mal para estar en las condiciones que estamos y en las manos que padecemos. Cómo íbamos a imaginar que una turba de macarras y vagos anden arrasando nuestras calles alentada desde las mismísimas entrañas del Gobierno. Cómo íbamos a imaginar que fuésemos a caer en las manos del modo político más abyecto que el hombre ha creado y que fuésemos polichinelas manejados por gentuza como el discapacitado ridículo o ese vicepresidente de un Gobierno que se ataca a sí mismo bajo la complacencia de su jefe de filas. Un jefe de filas que sólo tiene como objetivo dormir una noche más en la Moncloa y que no comparece en público desde hace más de un mes, lo que resulta impresentable viendo el panorama que anda destrozando a este pobre país aún llamado España. Y así continuamos para bingo, que no decaiga, niño.
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