¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Cuando la izquierda era taurina

Militantes del PSOE obligaron a Pablo Iglesias a incluir una sección taurina en ‘El Socialista’

UNA de las principales críticas que el regeneracionismo, con el tronante don Joaquín Costa a la cabeza, hizo a la Fiesta fue su condición de opio del pueblo. En el gozne entre los siglos XIX y XX el mundo dedicaba su tiempo a hablar de corridas y toreros en vez de a trabajar para levantar a la patria humillada. Aquilino Duque así lo recuerda en su magnífico libro Mano en candela y Chaves Nogales escribió sobre esos matrimonios que no dudaban en empeñar su colchón para poder ir a ver a Juan Belmonte torear en la Maestranza. La tauromaquia era mucho más que un espectáculo, era sobre todo un pegamento nacional que unía a todos los ciudadanos por encima de su condición social e ideológica: a carlistas y liberales, aliadófilos y germanófilos, rojos y azules... No se puede ver La vaquilla, la película de Luis García Berlanga, sin tener en cuenta esto. El antitaurinismo era cosa de algunas élites muy minoritarias, que siempre miraron con desconfianza y desprecio esa afición entre populachera y aristocrática.

Leemos estos días con deleite y aprovechamiento el libro de Paco Aguado Historias del toreo que nunca te contaron, editado por El Paseo, la benemérita editorial de David González. A Paco Aguado, veterano periodista taurino, se le conoce por su monumental biografía Joselito el Gallo, rey de los toreros, un libro fundamental para reivindicar al gran maestro de Gelves, un tanto eclipsado por lo que alguien llamó “esnobismo belmontista”. El título del nuevo volumen (que ya ha alcanzado su cuarta edición) lo dijimos antes, pero se debería haber llamado, en mi modesta opinión, Cuando la izquierda era taurina, porque todas sus páginas están atravesadas por una suave nostalgia de cuando el rojerío era capaz de emocionarse con una media verónica. Famosos personajes de la siniestra hispana que tuvieron una relación especial con el mundo del toro desfilan por sus capítulos, desde Miguel Hernández o Indalecio Prieto a Joaquín Sabina, pasando por Domingo Dominguín (por cierto, este último falangista de primera hora antes que comunista, un extraño viaje que muchos realizaron en aquella España del franquismo). Si he de quedarme con una anécdota es sin duda aquella en la que los primeros militantes del PSOE obligaron a Pablo Iglesias (nada propicio a la Fiesta) a incluir una sección taurina en El Socialista, órgano de expresión del partido.

Me consta, porque soy amigo de algunos de ellos, el desconcierto que algunos aficionados de izquierdas sienten en un mundo en el que la tauromaquia está quedando como sinónimo de reacción y derechismo sociológico. A ellos va dedicado este ¡Oh, Fabio! primaveral. Que Dios reparta suerte.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »