Tomás García Rodríguez

La judería sevillana tras su desintegración

Es razón de conciencia colectiva que los judíos sevillanos reciban el reconocimiento histórico

21 de enero 2022 - 23:36

El odio hacia los judíos, latente en el pueblo hispalense desde antaño, sería inflamado por arengas panfletarias del provisor del arzobispado Ferrán Martínez. En la primavera de 1391, el alguacil mayor Álvar Pérez de Guzmán consigue aplacar un ataque antisemita, pero su renuncia al poder municipal para acceder al cargo de almirante mayor de Castilla provoca que el desenfreno popular fructifique en el cruento asalto del 6 de junio que deshace la comunidad hebrea. El cronista real de Castilla Pero López de Ayala relata cómo el propio alguacil y el conde de Niebla estuvieron retenidos por la multitud ante la defensa manifestada por ambos a los desamparados judíos: "E que por quanto Don Juan Alfonso, conde de Niebla, e Don Álvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor de Sevilla, ficieron azotar un ome que facía mal a los judíos, todo el pueblo de Sevilla se moviera, e tomaran preso al alguacil, e quisieran matar al dicho conde e a Don Álvar Pérez". Como consecuencia de la destrucción de la judería, muchos huyen, mujeres y niños son vendidos a traficantes musulmanes de esclavos, y sólo permanecen los convertidos al cristianismo y algunos grupos judaicos dispersos.

Elvira de Ayala, hija del canciller y cronista de cuatro reyes Pero López de Ayala, recibe en herencia en 1407 terrenos e inmuebles situados en el nuevo barrio de Santa Cruz. Doña Elvira, que daría nombre a la maravillosa plaza que podemos admirar hoy en día, era entonces viuda de Álvar Pérez de Guzmán, el alguacil defensor de las causas perdidas. Por otra parte, las antiguas posesiones judías pertenecientes a las collaciones de San Bartolomé y de Santa María la Blanca serían acaparadas por el justicia mayor Diego López de Stúñiga, la mayoría de ellas obtenidas por concesión de Enrique III. El rey impuso al concejo hispalense una multa por los execrables hechos acaecidos, la cual hubo de pagar durante una larga década.

Los hebreos que permanecieron en la urbe serían ubicados cerca de la Puerta de Córdoba, siendo trasladados más tarde a las inmediaciones del Postigo del Jabón -calle Tintes- y a la barrera de doña Elvira en Santa Cruz. Debido a las quejas vecinales en las zonas afectadas, son agrupados en 1478 en el denominado Corral de Jerez, junto a la puerta del mismo nombre. Finalmente, los judíos de la Baja Andalucía fueron deportados a otras regiones en 1483, antecedente del edicto general de expulsión firmado en 1492 por los Reyes Católicos. La importante judería de Sevilla llega hasta nuestros días con el espíritu desagraviado de muchas personas que fueron masacradas o expulsadas de sus casas y de su país. Es razón de conciencia colectiva que dichas almas reciban el reconocimiento histórico de la ciudad, que se revelen los rastros de sus antiguas sinagogas, que se traten dignamente los restos extraídos de su cementerio de la Puerta de la Carne, que se cree por fin un Centro de Interpretación de la Judería para que sucesos tan penosos jamás vuelvan a ocurrir.

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