Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La leal oposición

El PSOE se equivocará si en la nueva situación se radicaliza y se mueve a la izquierda para dejarle el centro a otros

En los usos parlamentarios anglosajones al partido que no gobierna y que tiene la misión de fiscalizar y presentar alternativas al que sí lo hace se le llama, formalmente, la leal oposición. No es baladí. Con ello se quiere simbolizar que unos y otros, lo que están en el poder y los que aspiran a tenerlo, tienen la misma fuente de legitimidad y están obligados por los mismos códigos. Rizando el rizo, se podría traer a colación la famosa anécdota atribuida a Winston Churchill, en la que instruyendo a un joven diputado le enseñaba a distinguir entre los adversarios, que estaban en los escaños opositores, y los enemigos que estaban en las filas propias. Susana Díaz se la podría aplicar en sentido estricto. En Andalucía acabamos de asistir al fenómeno histórico -esta vez el adjetivo no exagera- de que los que han estado en el poder desde que existe autonomía se han tenido que estrenar como oposición: lo nunca visto. Y siendo benévolos habría que concluir que no lo han hecho de la mejor manera. Apoyar, promover e incluso llevar autobuses a una manifestación a las puertas del Parlamento mientras se celebra la sesión de investidura es un comportamiento -sigamos con la benevolencia- poco democrático. Sobre todo porque pretende amedrentar a un Gobierno que no es que no haya hecho nada de lo que se rechaza en esa protesta, sino que ni tan siquiera está constituido. Un comportamiento que no hubiera extrañado en otras formaciones como Podemos, que se alimenta de la radicalidad, pero que no encaja en un PSOE que hasta hace un rato tenía la responsabilidad de gestionar los destinos de Andalucía.

Error de cálculo de Susana Díaz y de los socialistas andaluces -a los que les está costando digerir la nueva situación- quizás motivado por la falta de costumbre en el difícil arte de estar en contra. No sólo por el mensaje que puede enviar a muchos de esos cientos de miles de votantes que, como bien dice la ex presidenta, se quedaron en su casa y tienen la obligación de volver a movilizar. También porque se equivocará si piensa que lo que tiene que hacer es extremar los mensajes y moverse a la izquierda para competir en ese espacio con Podemos. Si en algo se ha basado la larguísima permanencia del PSOE en el poder en Andalucía ha sido, precisamente, en que se ha sabido mover con comodidad por la moderación, incluso en los periodos en los que tuvieron que entenderse con los comunistas. Así lo hizo Manuel Chaves y también lo ha hecho Susana Díaz y ahí ha estado la clave de la longevidad del socialismo andaluz.

Dejar libre el centro para que lo ocupen otros puede llevar al PSOE a terrenos todavía más movedizos de los que ya está. Demostrará inteligencia si desde el principio actúa en el lugar en el que lo han colocado las urnas, en la leal oposición.

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