HA dicho Mariano Rajoy que la corrupción ha dañado más sus expectativas electorales que la crisis económica. Probablemente tenga razón. En el trato dado a sus corruptos (el "resiste, Luis", le perseguirá siempre) y en el combate legal y político contra la corrupción Rajoy se ha quedado retrasado y por debajo de las demandas ciudadanas, mientras que en la pelea contra la crisis, con sus reformas y recortes, ha desbordado ampliamente el nivel de aguante de los españoles.

Pero hace mal el presidente del Gobierno en menospreciar los efectos electorales del tratamiento de choque aplicado a la economía nacional. Quizás sinceramente convencido de que es lo único que puede vender al votante de diciembre, Mariano Rajoy ha reducido su mensaje electoral a un solo argumento: he salvado a España del rescate, volvemos a crecer económicamente más que nadie en Europa, se ha frenado el paro y se ha controlado el déficit. Luego se debe votar al PP para continuar esta senda y no regresar a las andadas...

Como todas las ideas simples, esconde un pensamiento débil. Que estamos empezando a salir de la crisis y que lo peor ya ha pasado no lo puede negar nadie con sólo salir a la calle o hablar con la gente. Ahora bien, los españoles tienen derecho a preguntarse -y se preguntan, de hecho- cuánto se debe a la acción del Gobierno y cuánto a la feliz coincidencia de coyunturas internacionales favorables: combustible excepcionalmente barato, euro devaluado, bajo tipo de interés, conflictos en países turísticos del entorno... Y no existe ninguna seguridad en que estas circunstancias externas permanezcan inalterables.

Los españoles se preguntan aún más cómo están quedando ellos personal y familiarmente a la salida de la crisis. La respuesta arruina el discurso de Rajoy. Hay menos paro ahora que en diciembre de 2011, cuando ganó las elecciones gracias al pésimo legado económico de Zapatero, pero también menos población laboral en activo, menos contratos indefinidos, más parados de larga duración y muchos más parados sin subsidio. En consecuencia, más gente pobre o en riesgo de exclusión y más gente que se ha empobrecido desde 2008. El Banco de España certifica que tenemos una renta por persona como la que habíamos alcanzado en 2003 (descontando la inflación).

La herencia que deja Rajoy es una economía saneada y una sociedad empobrecida. ¿Qué pesará más en los votantes?