Serán las diez menos diez de esta mañana cuando se haga oficial que el otoño habita entre nosotros. Se ha ido un verano que no ha sido tan largo ni tan cálido como acostumbra y que hasta se adelantó a su sucesor en tormentas terroríficas. Y ya es otoño, la estación meteorológica con menos literatura y la verdad es que pide a gritos una mayor atención de vates y virtuosos de la pluma, sobre todo en esta tierra nuestra. Pienso que el otoño es la mejor estación para visitar Sevilla por su luz y sus temperaturas, sobre todo por esa luz tamizada que se hace portento en la fachada de San Telmo cuando el sol ya va en retirada camino de la cornisa. Si se me requiriese consejo sobre cuándo procede venir a Sevilla, servidor de Dios y de usted no tendría la menor duda. Ya, ya sé que la primavera sevillana tiene mucha fuerza, pero prefiero otoño, qué le vamos a hacer.