Con permiso de la autoridad, que lo tiene, y si el tiempo no lo impide, que me temo lo peor, amanece el día más largo, ese que encierra las mayores dosis de emotividad sin solución de continuidad. Desde el peregrinaje en esta mañana por los templos, desde Pureza a San Lorenzo y de aquí al Arco y al Valle, hasta que el Cachorro inhale por el Zurraque su último soplo de vida, Sevilla se viene arriba en el disfrute de su día más intenso y extenso. La cara negra es cómo esa lluvia esperada durante tanto tiempo pretende estar también en una fiesta con la que es incompatible. Pero veamos el lado bueno de la cosa y esperemos que todo discurra como debe discurrir y que en esta efímera Jerusalén se pueda volver a revivir el gran drama de la Redención a sabiendas de que estamos ante una tragedia con final feliz. A ver si esa anhelada lluvia se deja ir un poquito, a ver...
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