Aunque gran parte del vecindario se afana cada mañana en el escamondeo del piso, aquello no hay quien lo ponga en luz. Se veía venir, pero la realidad ha superado las previsiones y la nueva pavimentación tiene la calle Baños hecha una auténtica cochambre, una superficie pringosa en la que cada mancha llegó para quedarse para siempre. Al horrible gusto del colorín a guisa burda de la Explanada alicantina o de cualquier paseo marítimo, que no se sabe a qué viene eso en pleno centro, se une lo que se temía cuando eligieron una loseta tan poco satinada, tan porosa, tan absorbente para que la mancha no se vaya así que la enjabonen a diario. Y lo doloroso es que esa suciedad se veía venir desde que el material se apiló a la espera de ser colocado. Por supuesto que Baños está más transitable, pero lo poco que habría costado un pavimento más proclive al aseo...
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