La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El milagro de andar sobre las aguas

Efectivamente, la lluvia en Sevilla es una maravilla, pero ganaría muchos enteros si sus calles ayudasen a la causa y no se convirtieran en intransitables zonas lacustres. Sin duda, todo sería mejor con las calles provistas de las consabidas pendientes que no las convirtiesen en auténticas cuencas receptoras por donde es un suplicio caminar. Ocurrió antier y se multiplicaron sus efectos ayer cuando el gran aguacero matinal que venía acompañado de espectacular aparato eléctrico. Comoquiera que la estanqueidad de cada calle reformada provoca la inundación, pues la lluvia en Sevilla deja de ser una maravilla para convertirse en un tormento. Aparte del mal estado de gran parte del pavimento que te impele a caminar mirando al suelo, cuando llueve se echa en falta una más meticulosa recepción de obras para que no se trate de andar como anduvo Jesús en el mar de Galilea.

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