Más de lo mismo es lo que se me venía al caletre mientras veía los análisis pospartido con Pedro Jota peinado a lo Anasagasti. Era la nota pintoresca de una noche triste, una más de cuantas estamos viviendo desde aquella noche de marzo de 2004 con los cadáveres calientes de Atocha sobrevolando las urnas. Otra noche negra para un país de materia indestructible, pero más cuarteado que en jamás de los jamases. Ensaimada capilar de Ramírez aparte, algo que no nos explicamos es por qué el único ultraísmo de nuestro espectro político lo sitúan a la derecha mientras que a la izquierda ni tocarle en ese aspecto. Y lo que no cambia por mucho que cambien las cosas es cómo la derrota se vende como victoria para que una turbamulta se agolpase en Ferraz aclamando a su hombre, a ese hombre contento por seguir en la Moncloa y, sobre todo, consigo mismo.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios