La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sánchez entra en los templos cuando quiere
La iglesia sevillana de San Ildefonso fue erigida a partir de 1794 según cánones neoclásicos, estilo que comparte exclusivamente con la Iglesia de San Bartolomé. Se levantaría sobre las ruinas de un templo bajomedieval gótico-mudéjar que sustituye a su vez a una mezquita islámica. Presenta planta basilical con tres naves y dos torres gemelas, únicas en Sevilla, mostrando en la cabecera de la nave del Evangelio un fantástico tabernáculo de jaspes con la pintura de la Virgen del Coral, trazada en origen sobre un muro de la iglesia gótica: “Se cortó el muro en que estaba pintada la imagen... y se transportó al hueco prevenido al propósito con toda felicidad..., cuadro objeto de particularísima devoción de muchas personas y familias (Anales de Sevilla, José Velázquez y Sánchez, 1872).
La Virgen del Coral ha sido datada en el tercer cuarto del siglo XIV, siendo atribuida por la mayoría de historiadores a algún artista de procedencia italiana, aunque otros indican que puede ser obra de un pintor del trescientos hispalense debido a la presencia de ciertos rasgos autóctonos. Es una Madona de ternura que sigue modelos italo-góticos de raíz bizantina y que representa a María de pie sosteniendo en el brazo derecho a su Hijo, quien acoge en su mano derecha un jilguero. Las tradiciones contenidas en los Evangelios Apócrifos indican que Jesucristo elaboraba de pequeño unos pajarillos de barro a los que dotaba de vida y después echaba a volar, simbolizando el jilguero la Pasión al frecuentar las zarzas y otras plantas espinosas. La Virgen recibe su nombre de la ramita de coral que pende de un collar en el cuello del Niño, animal primitivo conocido antaño como “árbol del jardín del mar” y que personifica la sangre de Cristo por su tono rojizo, siendo considerado también en la época como talismán contra los malos espíritus. Asimismo, la Madre nos ofrece una manzana con su mano izquierda, símbolo de poder universal redentor en contraposición a la fruta prohibida del pecado original de Adán y Eva descrito en el Génesis.
La Madona del Coral es una de las tres pinturas marianas más antiguas de la ciudad, junto a Nuestra Señora de la Antigua de la Catedral y Santa María de Rocamador de San Lorenzo. Mantuvo un gran predicamento popular hasta el siglo XIX, fundándose en época barroca una Hermandad en torno a ella que la consideraba “especial abogada de los navegantes y de las mujeres que están de parto milagroso”. Han aparecido indicios de otra cabeza anterior de la Virgen bajo la actual y de un manto original rojo, pruebas indicativas de las múltiples restauraciones que ha sufrido esta hermosa figura a lo largo de los tiempos. El Congreso Mariano celebrado en Sevilla en el marco de la Exposición Iberoamericana de 1929 recogió una tradición legendaria, sin apoyo documental alguno, según la cual el vasco Juan Sebastián Elcano la veneraba en San Ildefonso antes de partir a las órdenes de Hernando de Magallanes hacia las Islas de las Especias.
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