¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

Una noche con Escohotado

EL insomnio puede ser un territorio fértil. Por ejemplo, se puede aprovechar para leer en la quietud de la noche la entrevista que Alfonso Armada le hace a Antonio Escohotado y que sirve de delicioso colofón a Frente al miedo, una antología de los artículos y textos del pensador. En esta charla caprichosa y a salto de mata -como todas las que merecen la pena-, Escohotado repasa cuestiones tan variopintas como las raíces venenosas de la utopía, las siempre renovadas fuentes del resentimiento social o el plan eugenésico del comunismo ("Marx y Lenin quieren matar al rico como Hitler al judío"), entre otros asuntos. Nunca nos cansaremos de decir que uno de los espectáculos más hermosos que podemos contemplar en la vida es ver a un hombre con el valor de pensar lejos de los convencionalismos y, sobre todo, de las presiones de las sectas políticas, religiosas, sindicales, empresariales o periodísticas. Escohotado, viejo jipi y explorador psicotrópico, nos ofrece generoso ese espectáculo como las fruterías sus sandías en el verano.

En la entrevista encontramos una idea especialmente subversiva: la reivindicación del trabajo como placer, como actividad enriquecedora en la vida del hombre, algo difícil de digerir para una sociedad como la nuestra, que se mueve entre el complejo de hidalguía y la picaresca del mendigo al sol en los atrios de las iglesias. "No hay mejor empleo del tiempo libre que trabajar, pero para acceder a esa alegría permanente es preciso que cada cual se busque y rebusque", asegura el autor de Historia general de las drogas. En España, el afán de cada día nos ha sido presentado desde la escuela como un penoso deber y no como el camino de perfección por el que cada uno puede intentar dar la mejor versión de sí mismo, principio que sí se suele enseñar en las mejores universidades anglosajonas. "Así como para el cristianismo reformado trabajar es rezar, para latinos y eslavos es embrutecerse", asegura Escohotado en una frase que tiene mucho de rígido lugar común (nadie es perfecto), pero que también contiene algo de verdad.

Por último, no nos resistimos a reproducir una crítica al 15-M -ese movimiento elevado a los altares del biempensante, como el 68-: "La inmoralidad le viene de cultivar lo imposible", con lo que Escohotado vuelve a ahondar en los perversos cimientos del pensamiento utópico. No se escandalicen, también hay duras palabras para la casta política y el hedor de la corrupción.

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