La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

De obras, retrasos y laberintos

La simultaneidad de las obras y sus retrasos arruinan los negocios que se están recuperando de la pandemia

La acumulación de obras en el Distrito Macarena, Torneo o la ronda histórica desde el Arco de la Macarena a los jardines del Valle, y los retrasos que las eternizan, además de generar atascos que afectan a los muchísimos sevillanos que obligatoriamente han de pasar por allí, daña con mayor dureza a los vecinos y comerciantes. En varias ocasiones la Federación de Comerciantes y Pymes Macarena ha protestado por el daño que las obras ocasionan a los negocios de la zona, sobre todo las que llevan a cabo a paso de caracol en la Avenida de la Cruz Roja, Doctor Jiménez Díaz o Manuel Villalobos. Las modificaciones de la movilidad de las calles y avenidas del Distrito, la desaparición de numerosas plazas de aparcamientos o la pérdida de varias líneas de autobuses -afirman desde la Federación- "están generando graves pérdidas económicas y la posible desaparición de los negocios de la zona".

En el caso de la ronda histórica se trata, en gran medida, de solucionar el disparate del trazado del carril bici por en medio de las aceras. Te bajas del autobús y tienes una estrecha franja de acera, a continuación el carril bici y tras él otra franja de acera. Muchas paradas, por ello, carecen de marquesinas que protejan de nuestra infrecuente lluvia y sobre todo de nuestro despiadado sol. Los usuarios de transporte público que se achicharran y buscan el amparo de los muros se ven obligados a atravesar el carril bici cuyo mayor peligro son, no las bicicletas, sino los veloces patinetes.

En el caso de las obras de la avenida de la Cruz Roja y aledaños el Ayuntamiento parece el rey Minos de Creta encargando a Dédalo el laberinto en el que confinar al Minotauro y los ciudadanos unos Teseo con hilo de Ariadna (los vecinos que han aprendido a sortear el laberinto dando un inmenso rodeo) o sin él (los incautos perdidos en el lío de calles cortadas que van llevándolos a otras de dirección única que les devuelven al principio como la casilla de la Muerte de la Oca devolvía a la de salida). La mitología está muy bien para disfrutarla en los libros o las películas de aventuras con criaturas monstruosas que, por no salirnos del barrio, veíamos en el Delicias y el Lux o el Cruz Rosa y el Pío XII de verano. Dejen los laberintos para las películas, no para los vecinos. Y no conviertan la ronda durante tantos meses en el campo de entrenamiento de Doce del patíbulo.

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