La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Asunción es la aldea de los galos contra el turismo invasor
Atodos nos inquieta la mirada de José Bretón. Cuando nos detenemos a observar la fotografías que le retratan o las imágenes que del juicio se están retransmitiendo por televisión podemos observar la dirección en la que apunta con sus pupilas su objetivo, que son todos aquellos que éstos días le rodean: el juez, la fiscal, los abogados, los testimonios de la madre de sus hijos, la abuela de los niños, sus propios padres, hermanos, vecinos, amigos… Y para cada uno tiene un mirada. En general, Bretón elige dónde mirar y cómo hacerlo. Si quiere buscar la empatía del jurado lo mira mientras le cuenta lo buen padre que fue. Si responde de manera breve, limpia y escueta lo hace mirando a quienes le preguntan, pero cuando son otros quienes hablan sobre qué paso durante su matrimonio con Ruth Ortiz y los días previos y posteriores a la desaparición de sus vástagos mira de dos maneras pero con una peculiaridad común.
A los familiares de Ruth les tuvo que escuchar porque se impidió con un biombo cualquier posible cruce de ojos con la madre de los pequeños. Después, retirada la pared de madera, Bretón se dedicó a clavar con mirada inquisitorial a los diferentes testigos. Clavó los ojos a su padre, quien no reparó en él hasta el desprecio de no responderle ni con un estrechamiento de manos. ¿No le besó porque cree que mató a sus nietos? Sólo su madre, Antonia, le besó antes de sentarse en la mesa de declaraciones y después de negarse a responder ninguna cuestión volvió a darle dos besos en la mejilla para despedirse. Gesto o silencio que él agradeció ¿Le besó porque ella cree que es un asesino o porque cree que no es un asesino ? ¿O le besó sólo porque es una madre ?
Y lo común en todos es que los mira sin parpadear. La falta de este movimiento automático, el parpadeo, y dejar los ojos abiertos casi permanentemente tiene una lectura psicológica: está concentrado. ¿Concentrado en qué? En mantener una postura estudiada previamente o en la impasibilidad que muestran los sicópatas de mostrar sus emociones. Saben distinguir el bien del mal, por lo que lejos de ser enfermos son malos. En este mundo hay malas personas. Bretón no está enfermo y tampoco ha permitido someterse a estudios psiquiátricos. Se negó a que su abogado se escudara en una posible enajenación mental. Lo único cierto es que por muy inquietante que nos resulte su mirada ésta no determina a los asesinos. Solo los hechos probados.
También te puede interesar