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La esquina

josé / aguilar

El pacto imposible

HEMOS perdido ya la cuenta del número de veces que los partidos políticos se ofrecen pactos para sacarnos de la crisis. Es exactamente el mismo número de veces que las ofertas caen en saco roto. Hasta parece una pose para tenernos distraídos una temporada o un gesto para la galería. Mientras más necesario sería pactar más imposible lo hacen unos y otros. La culpa, claro, es de los otros y los unos, respectivamente.

Después de los datos del paro y las previsiones macroeconómicas facilitadas al día siguiente por los fúnebres Sáenz de Santamaría, Montoro y Guindos, ha reaparecido con renovados bríos la idea del pacto. Se le antepone el adjetivo "gran" y se le remata con el adjetivo "nacional" y ya tenemos enarbolada la bandera que marcará la política nacional durante unas cuantas semanas. Un Gran Pacto Nacional, ¿quién puede oponerse a eso?

Y, sin embargo, como ustedes saben, pacto no va a haber. Veamos. El Gobierno del PP afronta el pacto desde la premisa de que está haciendo lo que tiene que hacer -¡cómo le gusta esta frase al inane Rajoy!-, que está legitimado por la lejana mayoría absoluta que le dieron los españoles, para acabar con el paro y no para aumentarlo resignadamente, y que es cuestión de tiempo que las reformas y ajustes den sus frutos y España regrese a la senda del crecimiento. Pactar consistiría, para el PP, en repartir entre todos los partidos el coste de la impopularidad de los recortes.

La oposición del PSOE afronta el pacto desde la perspectiva precisamente contraria, como ayer se encargó de señalar la portavoz parlamentaria socialista, Soraya Rodríguez: "No es para compartir su política, sino para que pueda rectificar su política fallida y suicida". Sólo pactaría el gran partido de la oposición -cada vez menos grande, ciertamente- si Rajoy acepta darle la vuelta como un calcetín a todo lo que ha venido haciendo hasta ahora. ¿Cómo encajar estas dos propuestas? De ninguna manera.

A los dos partidos les falta patriotismo, esto es, altura de miras para colocar los intereses nacionales por encima de sus intereses partidistas. Y justo lo que les sobra es incapacidad para admitir que a lo mejor no aciertan al interpretar que a España le interesa lo que cada uno de ellos defiende. Que es, con precisión milimétrica, lo que les llevaría a mantenerse en el poder o acceder al mismo en el menor tiempo posible. Así no hay forma de pactar. Otra temporada para tenernos distraídos.

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