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Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Pero que paguen también los amigotes

Si la Junta consigue que paguen todos los que van a actos culturales de gorra tendrá dinero para todo

Muy bien la señora consejera de Cultura con eso de pagar por entrar en los museos. Sólo nos atrevemos a sugerirle una pequeña cuestión: que apoquinen todos, también las revistas de cotilleo de los amigotes. Sevilla, hasta ahora, era una ciudad donde te exigían retratarte para visitar algunos templos, pero en la supuesta segunda mejor pinacoteca de España (eso dice la leyenda), la de los zurbaranes y murillos que se libraron de los estragos de Napoleón y la desmortización, se podía entrar como un señor: saludando y sin tocar la faldriquera. Demasiada generosidad para una Administración, la autonómica, con problemas económicos para mantener un patrimonio histórico-artístico que, pese a los zarpazos del tiempo, la barbarie y la avaricia, sigue siendo enorme.

La consejera Del Pozo aprovechó una visita a Medina Azahara para lanzar el globo sonda de este copagocultural, que por ahora es un "borrador" (palabra que, ya saben, viene de borrar). El lugar elegido para el anuncio no deja de ser significativo, pues si existe un monumento que en los últimos tiempos ha disfrutado de los mimos de la Junta, ese ha sido sin duda la hermosa ciudad palatina mandada a construir a los pies de Sierra Morena por un Abderramán III con hambre de mujer. Ya sabemos lo que le gusta a cierta intelligentsia andaluza una ensoñación moruna. A nosotros también y por eso llevamos tatuados en el pecho los inmortales versos de Machado (el otro): "Tengo el alma de nardo del árabe español". Pero ese gusto por la mirra y el alcuzcuz no nos impide ver cómo Itálica (demasiado romana y legionaria para algunas sensibilidades) sigue sufriendo una incomprensible marginación en la política cultural juntera. Esperemos que de los dineros que ahora se van a recaudar en las taquillas de museos y monumentos algo caiga en Santiponce. También en el antiguo Huerto de Mariana, hoy Plaza de América, donde se encuentra el Museo Arqueológico de Sevilla, otra de las víctimas de los despachos del Palacio de Altamira.

De este proyecto de poner peaje en los museos queda mucho por saber, sobre todo quiénes son los que no pagarán. Esperemos que los niños, estudiantes, jubilados y parados queden fuera de la estocada. Sin embargo, sí sería deseable que, paralelamente, se redujesen al mínimo las listas de amigotes que acuden de gorra a todo acto cultural que se precie, bien sea una ópera con todo el ringorrango de la ciudad presente, bien un festival moderno de estricta camiseta negra. Si la consejera consigue que todos esos paguen, tendrá fondos hasta para darle una mano de pintura a las setas, aunque no sean de su competencia.

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