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Aveces las noticias llegan a pares. Y así, en conjunto, por contraste, propician lecturas más reveladoras. Unas explican a las otras, las complementan, las editorializan. Como anverso y reverso, a la postre, de una misma moneda. De un todo indivisible. De nuestro mundo complejo. El último viernes de julio desayuné con dos fotografías de las que no pude olvidarme en toda la jornada. Dudo que las imágenes se hayan apeado de mi mente a estas alturas, puesto que regreso a ellas con cierta fijación. Una de ellas era la del actor Asier Etxeandía en un posado antes de iniciarse la representación de Infierno, que dirigió Tomaz Pandur en el Centro Dramático Nacional. La otra, un retrato del recién nombrado presidente del consejo de administración de Radio Televisión Valenciana, Juan de Dios Navarro. Las separaban apenas unas páginas de periódico. Pero las vinculé.

La fotografía del desnudo de Asier Etxeandía fue retirada de una exposición en el Festival de Mérida, después de que se recibiesen dos centenares de correos electrónicos de vecinos que se sentían ofendidos. Detrás de todo está el pacto entre IU y PP en el gobierno de Extremadura y un asunto muy delicado. En la imagen del nuevo responsable político de la televisión autonómica éste lucía impoluto. Corbata verde, traje impecable, pelo largo ondulado.

La primera vez que vi a Asier Etxeandía fue en el cortometraje Vértices, de Juanán Martínez. El año 2004. Y sin saber nada más de él, escribí mi parecer sobre su magnetismo y su futuro en uno de esos libros distribuidos raquíticamente, pero cuyo ISBN y Depósito Legal aseguran al menos su llegada a los fondos de la Biblioteca Nacional. Para que quede constancia. Siete años después, con todo lo que sé, al toparme con estas dos imágenes, las vinculo. Como la cara y la cruz.

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