la canción del verano

Francisco Andrés / Gallardo

¿Qué pasa si juntamos ombligo con ombligo? (1996)

27 de julio 2013 - 01:00

SI bailas cachete con cachete... así me animo a bailar contigo. Bailar contigo si tiene motivo... La cuestión era fundir los cuerpos, pegar las sudorosas anatomías, diminutivos pechitos, cachetes... Preludios de vaya usted a saber qué, en este merenguito ratonero que dio a conocer a la gente al hijo de Betty Missiego y con el que siguió exprimiendo sus giras verbeneras Georgie Dann. Hasta King África pergeñó su versión del convite de apéndices. Si el otro aceptaba un buen agarrado, con refregamiento recíproco, bailar, o lo que fuera, merecía la pena, decía este manual de instrucciones nocturno.

Una orgía orquestada, a ritmo sensual, con licencia para magrear ombligos y otras áreas de la epidermis, avisaba de los largos veranos de bonanzas y abundancias. Coreografías marcadas para jalear los cubatas del amanecer entre cocoteros de plexiglás. Missiego nos importó del Caribe esta tabla de gimnasia amistosa y satirona para arrimar y arrimarse. "¿Qué tal si salimos todos a bailar? Aquello con aquello, lo de ella con lo de ello. Lo tuyo con lo mío, con ritmo nos movemos...", se canturreaba, abanicando la entrepierna, en el primer verano de José María Aznar como presidente, en el agosto del 96. 40 grados a la sombra.

Lo de los cachetes y los ombligos formaba un rondalla general que entre líneas ahora nos huele a barbacoa de las grandes. Los populares acababan de derribar al felipismo y traían el optimismo convencido de arreglarlo todo, poner a la península mirando para Berlín, a toda costa, y recaudar lo necesario para que no decayera este fiestón que acababa de empezar. Luis Bárcenas sonreía en su despacho, lubricándose los cachetes, los pechitos y el ombligo, para sacar a bailar a quien hiciera falta. Lo de ella con lo de ello, lo tuyo con lo mío, con ritmo nos movemos... La fraternidad neoliberal se asomaba con descaro. La perversión de la anarquía a ritmo compulsivo.

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