La ciudad y los días

carlos / colón

Un pueblo con poderío

EMPIEZAN los dos meses de "les grandes vacances", que dicen los franceses. Ya sé que hoy no se llevan y que muchos de los afortunados que pueden disfrutarlas (porque aún hay 3.891.403 parados) prefieren fragmentarlas para hacer algún viajecito low cost. Y me temo que también porque hay quien no sabría qué hacer con un tiempo de tranquilidad y relativa soledad por delante. Pascal, siempre: "Toda la desgracia del hombre tienen un único origen, que es no saber quedarse tranquilo, en una habitación".

De todas formas julio y agosto siguen siendo los meses en los que el turismo se multiplica. Supongo que por la mera lógica de los números el que más lo hace es el chino. El año pasado España recibió 400.000, de los que 37.000 pasaron por Sevilla. Son cifras minúsculas si se contextualizan en las asombrosas magnitudes chinas: según los expertos en 2020 China exportará mil millones de turistas. Y España quiere su cacho de esta cifra asombrosa. Que Charlton Heston, David Niven y Ava Gardner nos ayuden (pista: se estrenó el 15 de febrero de 1964, en el Llorens).

Dado que España vive sobre todo de vender su pasado ("todas las glorias de España son viejas", escribió Valle-Inclán) y de la hostelería (somos el país europeo con más bares por habitante, unos 280.000 frente a 4.000 librerías: ¿recuerdan lo de la ciudad bravía con cien tabernas y una sola librería?), necesitamos desesperadamente multiplicar los curiosos impertinentes del siglo XIX para convertirlos en turismo de masas con o sin ojos rasgados. La cosa urge más en esta Andalucía nuestra que, por ir en el furgón de cola en casi todo, puede aspirar a poco más que seguir viviendo de sus pasadas grandezas y sus bares, al precio de convertir los cascos históricos en monumentos disecados rodeados por miles de bares, veladores y toldos espurreando agua pulverizada como si fueran a plancharnos (¿recuerdan lo de la Segunda Modernización y la California del sur de Europa?).

Por eso se ha puesto en marcha un plan flan chino mandarín (con gorrito de gomillas de la Feria de Muestras incluido) para poner al día a nuestros taxistas en cultura y lengua china. Realista iniciativa. Vivimos de lo que vivimos. Pero que no se pasen. Porque si los turistas chinos saben de su cultura lo que la mayoría de los americanos y europeos saben de las suyas, se pueden quedar bizcos si el taxista les habla de Confucio o de La montaña del alma.

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