La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Por dónde entra el sanchismo en Sevilla
El rival más temible de Juanma Moreno no es el PSOE. No le preocupa Juan Espadas, entre otras razones, porque sus enemigos íntimos le hacen el trabajo sucio. Atrapados en sus legendarias batallas fratricidas, los socialistas siguen desconectados de la gente. La culpable de que el presidente se despierte algunas veces sudando en mitad de una pesadilla tampoco es Ayuso. El pulso entre las dos almas del PP todavía puede esperar. Lo que a Moreno le impide dormir a pierna suelta son los 600 días de espera para lograr la ayuda a la dependencia –demasiados usuarios no llegan a recibirla nunca–, las listas de espera del especialista, el colapso de la Primaria, la fuga de batas blancas y la poca fe en el sistema. Por esto le dio la vuelta a su Gobierno como a un calcetín empezando por la Consejería de Salud. Y a pesar de las horas extras de los profesionales y de la ampliación del horario de las consultas y de que los quirófanos trabajen a las horas más insospechadas, a pesar del mayor presupuesto de la historia, la Sanidad no va bien. Justo es reconocer que el Gobierno de Moreno resolvió antes del Covid las ofertas públicas de empleo pendientes y que el personal del SAS por fin ganó estabilidad después de lustros dando tumbos con contratos mes a mes. Pero basta decir que el 38% de los enfermos que están a las puertas de un quirófano tardan más de seis meses en operarse para concluir que Salud no responde.
Aún así, la falta de especialistas no ha incomodado tanto a Moreno como la última polémica por el sistema de contratación del SAS con empresas y proveedores. El PSOE no puede dar lecciones de transparencia, pero la obligación del PP es demostrar la limpieza en la adjudicación y con el y tú más sólo logra alimentar las dudas. Cuando no hay nada que ocultar, ¿por qué negarse a una mayor fiscalización de la Administración? La oposición exige más control después de que la intervención del SAS denunciara un posible fraude por la concesión de contratos menores a las mismas empresas. Y en paralelo existe un proceso judicial para investigar los contratos de emergencia adjudicados por la Junta, tras retirarse el procedimiento creado para agilizar la respuesta contra el Covid, tal y como alertó la Consejería de Hacienda. El tiempo dará y quitará razones. Pero la respuesta del presidente, a la defensiva, no puede limitarse a cuestionar el trabajo de la Intervención, ni a señalar que el PSOE también ignoró el procedimiento legal fraccionando los contratos. ¿No sería más razonable averiguar el alcance de las denuncias y depurar responsabilidades, si fuese necesario? Si el Covid colapsó el sistema de contratación, ¿por qué no se explica bien? ¿O acaso alguna empresa o amiguete ajeno al sector aprovechó la pandemia, como Koldo, para forrarse? Si no fue así, ¿qué hay que temer? El PP no ha de olvidar que la ruina del PSOE se gestó cuando ignoró todos los mecanismos de control. Y que huir hacia delante sólo suele empeorar las cosas.
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