La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

¿Dónde está el reloj de Casa Calvillo?

No está el reloj donde los nazarenos de ruan miran la hora en Sierpes, pero la familia lo cuida y promete su retorno

Desapareció de pronto dejando el ceño fruncido en esos viandantes que necesitan su paisaje cotidiano para sentirse a gusto. Vas por la ciudad, crees que siempre estarán las mismas casas con sus crujías, las mismas farolas fernandinas, el mismo monumento a Cervantes, Adriano del Valle, Velázquez o Zurbarán; los mismos adoquines que convierten a Sevilla en un trozo de Roma... Pero no. Un día cambian las farolas por unas horrendas modelo ducha de hotel minimalista. Otro han vaciado la casa del XVIII de Monsalves o Francos. Al siguiente le desaparecen los pinceles al Velázquez del Duque, que ya hay que ser gamberro para llegar tan alto y dedicarse a semejante hurto. Una noche le birlan la espada al Zurbarán de la Plaza de Pilatos o las Llaves de Oro del Cante a Mairena. Al mes siguiente desaparecen los adoquines de Cuna y Mateos Gago, como lo hace de vez en cuando el pato de la pila que da nombre a la plaza así denominada, que parece un ave migratoria de Doñana yendo y viniendo de la fuente. Y así va cambiando la ciudad, con algunas excepciones de alta calidad que siempre generan cierta esperanza.

Ignacio Figueredo, sevillano del cuerpo de alabarderos de guardia del centro, nos lo advirtió. Ha desaparecido el reloj de Casa Calvillo, el reloj que a muchos nazarenos de ruan nos da la hora, porque los nazarenos no deben lucir relojes, salvo los fiscales y el diputado mayor de gobierno, aunque siempre hay algunos que parecen vestidos en la muy prestigiosa Casa Pichardo. Si a las cofradías les toman tres veces la hora en la carrera oficial, hay dos sitios donde los nazarenos pueden tomar la hora sin volver la vista atrás: El Cronómetro y Casa Calvillo.

Desapareció el reloj de las Cuatro Esquinas de San José como un día lo hizo el bacalao de la cuesta que le debe al pez su popular nombre. Un alcalde, Juan Ignacio Zoido, lo repuso un día, de ahí que la guasa mala de la ciudad dijera que el balance del alcaide era un bacalao... de gestión. De otros dijeron cosas peores, no se nos moleste don Juan Ignacio que anda por Bruselas la mar de feliz. Le mandamos una aldaba de recuerdo porque sabemos que lee todos los días este periódico. Y volviendo al reloj, hicimos las gestiones para satisfacer el interés legítimo de Figueredo. Y sabemos que el reloj está ingresado como los pacientes, lo están poniendo a punto y estará pronto en su sitio, por lo que la Sevilla de Sierpes volverá a tener uno de sus iconos: el reloj de Casa Calvillo, el establecimiento que forma parte de la memoria de muchas generaciones, donde los nazarenos de ruan miran la hora con disimulo. Gracias a los Calvillo por cuidar de unos de los grandes relojes de la ciudad.

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