Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Una semana

Algunas voces se han alzado ya advirtiendo de un frentismo propio de los años 30 del siglo pasado

Habrá que agradecerle a Pedro Sánchez la fecha que eligió para las elecciones generales. Los sevillanos vamos a vivir más de media campaña electoral con el estruendo político amortiguado por las marchas procesionales. En Semana Santa, Sevilla sabe encontrarse con ella misma y deja el ruido de todos los días para volcarse en sus devociones y en sus tradiciones. Esta Semana conecta a los sevillanos con sus raíces, con su barrio, también con su infancia y con su yo más íntimo. Son días de emoción y memoria. Por todo ello, hasta que dentro de una semana la última Virgen entre en su iglesia, la ciudad le pone sordina a sus problemas de cada día, que volverán con la misma intensidad con la que a partir de hoy se han alejado.

En Sevilla, aunque vamos a ver a muchos políticos intentando hacerse la foto junto a los pasos o en balcones viendo salidas y entradas de cofradías, la campaña va a adquirir un clima de afortunado sosiego. Afortunado porque hay cierto cansancio de la política como máquina generadora de palabrería inútil y de peleas que no llevan a ningún sitio. No es un problema de hoy. Ni mucho menos. Pero nunca antes había estado tan agudizado por dos circunstancias principales: tenemos una generación de líderes políticos con el nivel medio más bajo de las últimas décadas y la ruptura del bipartidismo ha creado una situación de inestabilidad crónica que ha convertido la política española en una campaña permanente en la que todo está supeditado a las estrategias electorales, desde los consejos de ministros en Madrid a las bajadas de impuestos en Sevilla. Lo peor de todo ello es que la fractura política, la división en dos bloques antagónicos uno a la derecha y otro a la izquierda, se está convirtiendo en una fractura social. En estas elecciones, el centro, que es donde las clases medias españolas siempre estuvieron cómodas, se ha quedado vacío: desde el PSOE se mira a los que están más a su izquierda y desde el PP a los que en Andalucía sumaron para desalojar a los socialistas del poder. Algunas voces se han alzado ya advirtiendo de que se está volviendo a un frentismo propio de los años 30 del siglo pasado. Y no les falta razón.

Con este panorama no se esperan debates serenos o propuestas fundamentadas, sino exabruptos, espectáculo y radicalidad. En realidad, lo mismo que llevamos viendo y oyendo en los últimos meses. Que la Semana Santa nos aleje un poco o un mucho de todo ello y nos centre en una dimensión más real en todos los sentidos es algo con lo que saldremos ganando. Disfrútenla.

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