HACIENDO más suya que nunca la frase de Gramsci de que contra el pesimismo de la inteligencia está el optimismo de la voluntad, Zapatero ha seguido instando a los españoles a que tengan confianza y sigan consumiendo porque "la economía es también un estado de ánimo". Aunque quisieran compartir su visión de la vida en rosa, la cernudiana realidad de los tres millones de parados es mucho más cruda e impide la satisfacción de escasos deseos. Y es que, pese a la caída del Euríbor, el pago de la hipoteca se lleva el 46,8% de la renta de los hogares; las tres cuartas partes de las familias reconocen que apenas si pueden ahorrar, y casi dos tercios se han aferrado a las marcas blancas cuando acuden al supermercado (atención a la guerra de Mercadona con sus proveedores a cuenta de con qué llenar los lineales, porque es el reflejo de la situación). Las apelaciones de Zapatero - el antiprofeta de la crisis, que ahora reduce a mera declaración de intenciones la promesa electoral del pleno empleo- caen en el saco roto de un informe económico tras otro, y a cual más demoledor. Tras negarse a la evidencia durante meses y empecinarse en unos Presupuestos desfasados antes de nacer, el presidente ha visto cómo las previsiones internacionales sobre España iban de mal augurio en peor. El primer varapalo fue el de la Comisión Europea, que auguró que prácticamente uno de cada cinco españoles estará en el paro en 2010. El último revés, al tiempo en que el Banco de España reconocía oficialmente la recesión, ha sido el del Fondo Monetario Internacional, con su pronóstico de permanencia en el túnel hasta 2011. Y en medio, la rebaja de la solvencia crediticia de España por parte de Standard & Poor's, que encarecerá nuestras emisiones de deuda para financiarnos en el exterior. En la clasificación del rating en Europa hemos dejado de pertenecer al privilegiado grupo de los más solventes, donde sólo quedan Alemania, Holanda, Finlandia, Francia, Austria y, por ahora, Irlanda. Osea que, pese a lo proclamado en su día por Zapatero, ya no jugamos en la Champions League de los países. Sólo tres días antes de este descenso a la Copa de la Uefa, Zapatero decía que no veía riesgos de que eso pudiera suceder. Genio y figura.
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