La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

De lo sublime a lo ridículo, sólo un pelo

Otro año igual, un año más me fue imposible digerir la gala de los Goya, qué le vamos a hacer. Con la buena noticia de que definitivamente va el personal más aparentemente presentable, con los chicos encorbatados y las chicas vestidas como la buena educación manda, la pena es que esto es sólo el continente. El contenido sigue siendo el habitual, con el sectarismo en perfecto estado de revista de una izquierda que cualquiera sabe adónde nos va a llevar. Y en el patio de butacas estaba Pedro Sánchez para recibir con sumo agrado las adulaciones del personal con su tocayo Almodóvar a la cabeza. Con la que está cayendo, una adulación de tal calibre al poder huele como le olía Dinamarca a Marcelo, el centinela de Hamlet. Un año más, la gala de los Goya resultó tediosa y en el convencimiento inapelable de que de lo sublime a lo ridículo apenas cabe algo.

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