Hyde /

A la tercera fue la vencida

la otra tele

06 de diciembre 2012 - 01:00

CÓMO de buena tiene que ser una serie para renunciar a un actor como Michael Pitt, a un personaje como Jimmy Darmody, y que no se le eche nada de menos al año siguiente? Así de grande es Boardwalk Empire, cuya sensacional tercera temporada acaba de terminar en Estados Unidos, despejando todas las dudas posibles sobre qué show es el legítimo heredero de Los Soprano. Demasiado buena, demasiado perfecta, demasiado presupuesto. Algo le faltaba a la mayor apuesta de la HBO hasta Juego de Tronos. Decíamos, en sus primeros dos años, que carecía de alma, de esa extraña sensación, esa piel de gallina que solo las obras maestras televisivas producen al cierre de cada episodio. Fuera lo que fuese ese intangible precioso, Boardwalk Empire ya lo ha encontrado. Y lo ha hecho a su manera, sin renunciar a ese estilo que imprime Terence Winter, con un reparto coral de vértigo y dejando que la trama fluya y siga su curso. Repasas el casting de la serie y ya quisieran las grandes producciones de Hollywood contar con una lista parecida. Todos los actores han dado juego y han tenido su momento. Nos hemos estremecido con el Capone que magistralmente compone Stephen Graham (a su lado, siento decirlo, el de Robert de Niro parece una mala caricatura), emocionado con ese soldado roto que es Richard Harrow y hemos confirmado que Michael Shannon es uno de los mejores actores de su generación. Sí, ya sabíamos que Michael Kenneth Williams es un grande de la tele, pero pocos esperábamos que Bobby Cannavale, al que hace poco veíamos en Nurse Jackie, se sacara de la manga al gánster más psicópata que recordamos desde aquel de Joe Pesci en Uno de los nuestros, un angelito al lado de su Gyp Rossetti (foto). Cada vez que aparece en la pantalla uno se pone tenso, busca una escapatoria, palpa al lado del sofá por si hay algún arma con la que defenderse, consciente de que algo terrible puede ocurrir en cualquier momento. Es un rival a la altura de Nucky Thompson, con el que Steve Buscemi sigue demostrando que era mucho más que uno de los mejores secundarios del celuloide.

En la tercera temporada de Boardwalk Empire, ya establecidas las reglas del juego en las dos entregas anteriores, nos damos cuenta de que nada es para siempre y de que todos somos vulnerables. Ya puedes ser millonario y astuto como Nucky o confiado y valiente como su lugarteniente Slater. Siempre hay alguien más fuerte. Siempre hay alguien más listo. Y siempre hay alguien a quien creías cercano dispuesto a escuchar ofertas. No se puede confiar en nadie. Salvo en la HBO.

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