Coinciden la nueva normalidad de los confinamientos más o menos solapados y la anormalidad de esos cambios horarios tan difíciles de comprender. Esta madrugada hay que darle hacia atrás a las manecillas del reloj del tiempo y mañana tendrán que bajar la persiana todos los bebederos, comederos y demás del ramo cuando den las diez de la noche. Pero vayamos por orden y parémonos en el retraso horario de esta madrugada para que vivamos la noche más larga, con lo que vamos a levantarnos más descansados y, contrariamente a lo que ocurre en primavera, sin correr el peligro de llegar tarde a ninguna parte. Amanecerá un domingo con renovadas cláusulas restrictivas por culpa del bichito cabrón que nos tiene en vilo desde el pasado invierno. Y otra vez, el fantasma del cierre sobrevolará la vertical de muchos negocios hosteleros; así, ¿hasta cuándo?
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