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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Un tiro en el pie?

Mientras otras ciudades han combinado el desarrollo turístico con otras actividades, Sevilla no lo ha hecho

No pasa día sin que el alcalde Juan Espadas o el delegado municipal Antonio Muñoz saquen pecho hablando de los récords turísticos que, uno detrás de otro, pulveriza Sevilla. Llega uno a pensar que este alarde de cifras tiene bastante que ver con que no hay otras cosas que vender en unos meses en los que hay que trabajarse cada voto. Cada vez hay más gente que piensa que detrás de cada cifra de visitantes que deja pequeña a la anterior, detrás de cada anuncio de nuevo hotel, Sevilla está creando una peligrosa burbuja con la que la que dentro de no mucho puede que se dé un tiro en el pie. ¿Qué es lo que hace que en Sevilla la cuestión de este crecimiento turístico desordenado deba ser analizada bajo un prisma diferente al de otras ciudades donde se produce algo parecido? Mientras que en Madrid, Barcelona o Valencia el auge del turismo y su aprovechamiento como fuente de renta y empleo no ha supuesto el abandono de otras actividades económicas, en Sevilla se ha caído en un monocultivo que nos enfrenta al futuro en condiciones de debilidad.

A pesar del diseño autonómico del Estado, en España, al igual que ocurre en todo el mundo desarrollado, la importancia creciente de las ciudades es lo que ha marcado nuestra época. Nunca antes Madrid ha sido tanto la capital económica y social de España y nunca antes ha estado tan marcada la diferencia entre las grandes ciudades y las demás. Madrid, Barcelona y también Valencia están claramente destacadas y detrás van otras, como Bilbao, Alicante o Málaga, con las que competimos. Desde finales del siglo XX esas diferencias se han agrandado.

En la última década, la de la recuperación a medias de los devastadores efectos de la crisis de 2008, la ciudad ha descubierto su vocación turística. En Sevilla, de pronto, todo gira en torno al negocio de dar de comer y de dormir al visitante. No es una actividad económica más: es la actividad económica en la que Sevilla ha puesto su presente y su perspectiva de futuro. Abandonada la industria, donde siempre ha habido un atraso evidente, con problemas para hacer de la agricultura y la agroindustria un sector todo lo pujante que debería y con los sectores punteros de nuevas tecnologías ausentes salvo honrosas excepciones, parece que todos los huevos se han puesto en la misma cesta.

Sevilla dejó pasar el tren de la industrialización y no ha sabido subirse a tiempo al del desarrollo tecnológico. En la ciudad faltan empresas y empresarios. Es una carencia estructural en nuestro modelo social y económico que ha lastrado el desarrollo y ha configurado la ciudad como un ente conformista y sin ambición. Parece poco probable que esta situación cambie en el corto plazo, por lo que habrá que conformarse por ahora con esperar que el turismo siga creciendo. Hasta que la burbuja explote.

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