Con los deberes hechos y los carteles rematados, la pelota está ahora en el alero de la autoridad competente, o sea la Junta de Andalucía. En sus manos está que haya toros o se siga con las plazas cerradas como más que probable puntillazo a la Fiesta Nacional. Aunque la empresa Pagés guarda un prudente mutismo, con tiempo suficiente ha elaborado un atractivo proyecto que sólo está a la espera de que se autorice una ocupación mínima de la mitad del aforo de la plaza. Los carteles ya son de dominio público, nadie podrá negar el fuerte atractivo que encierran y a partir de ahí sólo cabe soñar. Ya se sabe que soñar sale gratis, de ahí que el aficionado mire con un anhelo inquietante a que la autoridad dé luz verde al proyecto. Está claro que la salud es lo primero, pero si hay carta blanca a tantas sectarias manifestaciones, ¿por qué tan estrictos con los toros?