Bruja Aparente

A propósito sería, para las prestaciones y decoración de las casetas, reservar el espacio del 'photocall', cuando hacen acto de presencia, entre otros, miembros de la clase política, bien compuestos y vestidos para la ocasión

Llevamos ya, con hoy miércoles, cuatro días de Feria y todavía no te he preguntado cómo va la atracción de tu tren, razón por la que acudes cada año como feriante de temporada –qué pleonasmo, ahora que caigo–, nunca mejor ubicado el tren –pero sobre sobre todo tú– que en la calle del Infierno.

–Así me gusta, escribiente, que digas las cosas con propiedad y no maquines sin fundamento, que ya está bien de atribuirme negocios ilícitos y camuflados con la algarabía de mi atracción. Este año me ha costado mucho encontrar aprendices de bruja –mi tren es igualitario–, e incluso he intentado llegar a acuerdos con un instituto de secundaria para que algunos alumnos del título de Técnico Superior en Animación Sociocultural y Turística puedan hacer la formación profesional dual en mi atracción, ahora que todavía no hay que pagar las cotizaciones sociales, y seguro que estaré desenvuelta para hacerles competentes con mi tutoría profesional.

–A ver, bruja formal, a mí me cuesta cambiar mis maneras naturales, no sería yo, aunque nada me complazca más que tus guiños serenos. Te habrás entretenido más de una vez con las banderolas y las colgaduras en los balcones de Los Remedios, hasta encontrar las lecciones, por sevilla-nas, de Los Romeros de la Puebla, en Más de cuatro veces. ¿Te suena?: “A veces / muchas veces / más de cuatro veces / todas las cosas no son como parecen”.

–Prefiero pensar, pequeño rufián –ya me estás alterando–, que te refieres a la consabida práctica de la apariencia en el real. Esa circunstancia que parece hacerse un tópico, un retórico lugar común –si bien es una más que evidente realidad–, como los azahares “semanasanteros” de hace poco más que un par de semanas. Que estás pensando en eso, digo, y no en la acusación –éste sí que es un tópico malicioso– de utilizar mi tren como tapadera.

–Tengamos la Feria en paz, me quedo con lo primero, aunque pensaba en lo segundo. Y a propósito sería, para las prestaciones y decoración de las casetas, reservar el espacio del photocall, cuando hacen acto de presencia, entre otros, miembros de la clase política, bien compuestos y vestidos para la ocasión, y desaprovechan la oportunidad de una tregua en la confrontación, a fin de estar solo para dejarse ver, y dar un paseo por el real. Porque hablar de Doñana o de la huelga de los funcionarios de Justicia, entre otras controversias, “canutazo” mediante, bajo farolillos y en plena fiesta, conculca la coyuntural regla de no entrar en política a fin de salvaguardar la diver-sión en la Feria. Recomendación distinta, por otra parte, a la “fachuna” advertencia de no meterse en política.

–Y si me ves a mí, “plumilla” alicorto, despampanante, rodeada de fotógrafos y motivo de expecta-ción, ¿qué pensarías?

–Pues que te habrías quedado con el personal por un hechizo mayúsculo. De modo tal, que cualquier cosa que dijeras iría acompañada de los sumisos “cabezazos” de aprobación con que se exterioriza una adhesión a veces algo lacayuna.

–¿Tú no te quedarías arrobado, gacetillero anodino?

–Te sacaría a bailar por sevillanas, bruja de mi embeleso: “Todas las cosas no son como parecen”.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios