Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Así nos ven, ¿así somos?

Sevilla tiene que luchar contra muchas inercias que la lastran y una muy poderosa es la fuerza de los tópicos

No ha sido un seguimiento exhaustivo y, por lo tanto, lo que aquí se diga puede estar sujeto a revisión. Lo mismo he tenido mala suerte o he elegido mal. Pero o mucho me equivoco o tras ver durante esta semana un buen puñado de informativos en las televisiones nacionales se puede concluir que lo único que ha interesado en España de todo lo que ha ocurrido en Sevilla ha sido la sentencia que ha condenado a un empresario local por simular un beso a la dirigente de Podemos Teresa Rodríguez y todo lo que ha rodeado el juicio por la procesión de lo que sus promotoras llamaron el coño insumiso, con su trifulquilla a las puertas del Palacio de Justicia incluida. Al margen de eso, nada de lo que uno sea consciente. ¿Así nos ven o así somos? Hace tiempo que tenemos la impresión, algo más que la impresión, de que para el resto del país Sevilla, salvando las postales de la Giralda y el Puente de Triana, son los juzgados del Prado de San Sebastián rodeados de termómetros callejeros que marcan, indefectiblemente, por encima de los 43 grados.

Que Sevilla tiene un problema de imagen en su proyección exterior es algo que no requiere de mucho análisis. La ciudad tiene que luchar contra muchas inercias que la lastran y una muy poderosa es la fuerza de los tópicos. Que durante los últimos años algo ha empezado a moverse también es evidente. Ese esfuerzo lo están encabezando desde el Ayuntamiento el alcalde, Juan Espadas, y el concejal Antonio Muñoz y durante los últimos años no es poco lo que se ha hecho. Pero también desde dentro de la ciudad se empieza tomar conciencia de que hay que romper con la mala imagen de Sevilla. Una de las iniciativas más interesantes que se están desarrollando ahora mismo es la que promueve el presidente de la patronal, Miguel Rus, bajo el nombre de Sevilla ya y que tiene como objetivo movilizar a la opinión pública para conseguir las infraestructuras que se nos niegan desde la época de la Expo. Y Rus, en una entrevista de Ana Sánchez Ameneiro que publicamos hoy, lo dice con toda claridad: a esta ciudad sólo eran capaces de movilizarla el Betis y el Sevilla. No le falta razón. Una vez más el peso de los tópicos como freno para el desarrollo de iniciativas imprescindibles.

Pero el mero hecho de que exista conciencia de dónde están nuestros problemas hará que se vaya rompiendo esa imagen de sociedad conformista e incapaz de moverse. Y así, pronto, ojalá Sevilla deje de ser noticia por estupideces palmarias como la procesión de una vagina de plástico o el comportamiento soez e intolerable de uno que mejor ese día se queda en su casa. Y empezamos a serlo porque nos tomamos en serio el futuro.

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